De tu cabeza manan ideas invisibles
mientras una música que invita a la reflexión teje colores en ese
riachuelo de creación que se está gestando.
En un bosque sin fin contemplas árboles
cuyo tronco te hace vislumbrar a alguien, al que poco a poco se van
acercando una personalidad y un sexo, unos pensamientos y cierta
actitud.
Te entretienes en ese laberíntico
paraje plagado de ellos, emergiendo de allí acompañado en cierto
modo por algo parecido a una historia.
Un cielo gris en el horizonte salpica
sentimientos de naturaleza fría sobre la hoja en blanco que ya
tienes frente a ti.
Pero lo que mueve la pluma es un cielo
azul que te invita a perder tu vista en él, trazando con las
primeras palabras la sensación de que un barco ha zarpado y peina la
primera marea.
Ya en aguas profundas se ocasiona a lo
lejos una tormenta.
El lejano reflejo que los rayos dejan
aporta una sugerencia.
Cálido romance o terrorífica agonía,
acción impactante e intenso suspense.
Un barco surca el océano mientras en
el lienzo del cielo que lo rodea quedan grabadas unas letras.
Como si de un sueño se tratase, se
entremezclan los bosques con los cielos nublados y azules, saliendo y
ocultándose el sol según nos convenga, con la lejana tormenta
desatándose e iluminando las formas de su cargado conjunto.
Durante horas no despiertas, sino que
navegas en paz.
Hasta que la música se detiene y ves
frente a ti algo concreto.
Algo escrito.