Ahí estaba dibujada su negra silueta
cuando el atardecer ya se consumía.
Era la negra silueta de una mujer
apoyada contra un grandioso árbol también negro como la noche.
Cada pequeña rama, un demonio.
Cada nimia bifurcación, un fantasma.
Y en el tronco algo tan infinito y
eterno como el propio universo, tan profundo que tratar de
comprenderlo te llevaba a las raíces de esa morada a la que,
puntualmente cada noche, la mujer acudía.
Las raíces eran invisibles para
cualquier observador que tratase de dar con ellas en la base del
tronco, pero no para aquellos que se atrevían a quedarse mirando una
silueta que con un poco de atención no albergaba contradicción
alguna.
Simplemente, una mirada de sufrimiento
puesto que las raíces del oscuro árbol emergían del subsuelo para
hacerle tanto daño como el alma de la mujer pudiese resistir.
El árbol en realidad era su parte
consciente y subconsciente.
Representaba su interior, y puesto que
ella conocía de buen grado el dolor al que accedía cuando la noche
se cerraba en torno a ella, no permitía que nadie se acercase a él.
No siempre fue así.
Hubo una vez en la que ese mismo árbol
crecía joven, verde y magnífico en el inmenso bosque donde tantos
árboles hay, que no conocen el verdadero rostro del dolor, que no
conciben la enorme carga de una vida enfocada a la resistencia.
Pero ese árbol fue talado, quemado y
trasplantado.
Talado por seres perversos que a base
de hachazos lo arrancaron joven por disfrute de saciar su agresividad
sin piedad alguna.
Quemado por seres que no soportaban que
la belleza de una mirada que podía escoger entre la dulzura y la
dureza por igual estuviese fuera de su alcance, de modo que la
desdibujaron para que siempre, en todo momento, fuese amenaza lo que
mostrase.
Trasplantado porqué nadie en el gran
bosque quería que, como si de algo contagioso se tratase, ese árbol
se recuperase o se reencarnase en algo que pudiese herirles.
Cuando la mujer fue consciente de que a
su árbol le había ocurrido tamaña desgracia, decidió no quemarlo
para volver a empezar, sino a montar guardia cada noche junto a él,
pese a que sus nuevas raíces le hiciesen daño a cada instante, en
un territorio solitario y hostil, donde se atrincheró para montar
una resistencia sin fin mientras le quedase aliento de vida.
A veces en la dolorosa oscuridad de la
noche, que la obligaba a trasnochar o dormir mal, le parecía ver a
dos siluetas tratando de llegar a ella. Eran dos jóvenes árboles
que con la luz un nuevo día resultaban corresponder a dos tesoros,
dos jóvenes personas que para la mujer lo eran todo, pues de su
compañía sacaba una ilusión y una fuerza, incluso una carga de
resistencia, que le servía para corresponderles fortaleciendo un
núcleo que solo era entorpecido por las noches en las que la mujer
debía ir a montar guardia, apoyada en la base del oscuro árbol de
su interior, al que de algún modo, en algún momento de un oscuro
pasado, juró defender a toda costa.
Los niños no lograban entender el
porqué de como una mirada que albergaba dulces promesas en su
profundidad en ocasiones viraba sin apenas pestañear. Pero sobretodo
no lograban imaginar el dolor que a la mujer le producía verse atada
noche a noche por las raíces de su oscuro árbol.
Todos iban al gran bosque cuando lucía
el sol.
Pero una persona, una mujer, partía
cada noche sin necesidad de moverse a la tortura de proteger lo que
consideraba todo cuanto le quedaba suyo e intransferible.
No odiaba exactamente a ninguna parte
del árbol, tomaba como una obligación el hecho de protegerlo de
extraños, excepto de esas dos jóvenes siluetas con sus propios
árboles detrás.
Cuando todo se había transformado en
rutina, cuando todo parecía inamovible por nada que ocurriese,
alguien llegó.
Un grupo de personas que, simplemente
observando lo trágico de la situación, decidieron hacerle un regalo
a la mujer.
Cada una en su ámbito, cada una en la
medida de sus posibilidades, la hicieron alzarse, enseñándole a
desprenderse de las maléficas raíces a partir de las cuales el
árbol crecía y crecía, generando fantasmas y demonios, horrores y
torturas.
Luego le aconsejaron que mirase el
árbol, con la mejor linterna que uno puede tener.
Y cuando la mujer recordó como mirar
con el corazón todo cambió.
No le horrorizó la visión del oscuro
y ya débil árbol, sino que le dio una inmensa pena.
Ya no entendía porqué decidió
resistir durante tanto tiempo aquello.
Enseguida los dos jóvenes acudieron
para abrazarla con todas sus fuerzas, y juntos emprendieron el camino
hacia el gran bosque.
Cuando llegaron, los jóvenes plantaron
sus pequeños árboles en un lugar que a la mujer le pareció
maravilloso, y notó algo en la mano. Lo notó de un modo que le hizo
saber al instante que provenía del gran árbol, que sin su guardia
ya debería estar prácticamente caído.
Al mirarse la mano, estalló en
lágrimas.
Nunca imaginó que eso podía ocurrir.
Las lágrimas eran de despedida hacia
un oscuro pasado y bienvenida a un nuevo futuro.
En su mano tenía una semilla.
Una nueva oportunidad para comenzar,
para crecer y ser feliz.
Espléndido relato. Afortunada protagonista que en el horror y el vacío de la soledad nocturna ha podido recibir los dones del amor y la entrega de esos dos magníficos seres al tiempo de todo un elenco de personas cuyo único fin ha sido ayudar, ayudar y ayudar a salir. Magnifica metáfora en la que la semilla nos otorga la esperanza.
ResponderEliminarGracias por comentar. Me alegra que te haya gustado la gran metáfora.
Eliminargracias al guionista del relato,la protagonista tiene ahora mismo en su poderla fuerza y sabiduría necesaria para poder empezar a crecer junto a sus dos arboles pequeños fuerte y sana y poder alcanzar con su esfuerzo y ayuda la luz,agua y el abono necesario para que la semilla que le ha entregado el guionista(conocer lo que realmente le sucede y poder plantarle cara )puedan emprender su nuevo crecimiento y quizás solo quizás pueda encontrar esa paz y felicidad que necesita.Con el tiempo veremos si el árbol oscuro de la resistencia lo consigue ..... Gracias al gionista por molestarse en conocer a la protagonistay obsequiarle con lo mas bonito la semilla mágica y escribir relato que seguro que cuando pierda fuerza le será muy útil para poder seguir .........Muchas gracias y suerte ........
ResponderEliminar¡Claro que lo conseguirá!
EliminarMe alegra que creas que la protagonista ganará fuerzas leyendo estas palabras ;)
¡Gracias por comentar!