domingo, 25 de junio de 2017

El juicio del Monstruo (Parte I)





– ¿Qué cree que fue lo que motivó a que las cadenas finalmente retuviesen al Monstruo?

Titubeante, algo confuso pero firme en su voz, el individuo al que lanzaban las primeras preguntas respondió.


– C… Creo que el factor desequilibrante fue de nuevo el amor que sentía por Stela.

Un chasquido precedió a la gestación de una pequeña gran llamarada que emergía de un mechero con generosa carga de gasolina. Su reflejo hizo brillar la mirada del interrogado, que aún confuso, quedó por un momento hipnotizado por la belleza de las promesas que el Monstruo, hacía ya tanto tiempo, se hizo a sí mismo y a los suyos.
Por un momento tuvo la sensación de que esa llamarada invocaba otra que crecía en su interior. Solo que no la sentía con una ira descontrolada como su maltrecho comp… No, no podía declarar algo así. Aunque fuese un secreto a voces, la estrecha relación que mantenía con el ser que iban a juzgar en pocas jornadas no era algo que estuviese dispuesto a asumir ante su interrogador.

– ¿Esa es la respuesta que quiere dar? Ante el tribunal, el amor carece de peso específico, joven. – El veterano que fumaba su gran puro, hastiado de ver como el hombre que tenía frente a sí parecía perderse en su mundo, golpeó con fiereza la mesa de madera de roble. – ¡Responda, por el amor de Dios!


Horas más tarde el joven yacía en su celda, presintiendo la agonía que, una vez más, el Monstruo iba a sentir sin el fuego de su alcohol.
Desconocía la hora que era, y el oscuro túnel en el que estaba contenido el esqueleto de la prisión le auguraba un buen número de horas que se le antojaban largas y tediosas.
Total, para un un nuevo interrogatorio esperándole.
Iba a tratarse sin duda de un proceso muy largo.

Por algún motivo le relacionaban directamente con el Monstruo.
Alejado de Stela que labraba su futuro con el sudor de su frente, decidió perderse en el flujo de sus pensamientos.
Imaginó una a una todas las calas del cabo que había sido su casa.
Y en algún punto, perdido entre un relajante oleaje, una voz sedante y calmada hizo que el cansancio le venciese y el sueño se lo llevase lejos de allí.

– Qué calma… Parece el paraíso, ¿No crees?
La visión de sus pies, descalzos sobre unas chanclas playeras, hizo que pestañease sin saber muy bien dónde se encontraba.
Alzó la vista a un horizonte que, rápidamente, le reveló un mar al que había contemplado en muchas ocasiones.
– Esto ya lo he vivido… ¿Quién eres? – El hombre tenía miedo de la fragilidad de los acontecimientos en esos instantes oníricos donde un súbito despertar puede arrebatártelo todo.
– ¿No me recuerdas? Soy yo…
Giró su vista cuidadosamente para descubrir un cabello oscuro que cubría parcialmente un rostro algo pecoso que miraba con resolución al frente. De repente giró a su vez su rostro hacía él, de manera que unos oscuros ojos con grandes dosis de hogar le invitaron a reaccionar.
– Vanny…
La chica sonrió ampliamente.
– ¡Eso es, Víctor! – Su nombre. Su propio nombre le resultaba extraño a sus oídos. Como si algún tipo de desdoblamiento se hubiese producido en su interior no hacía mucho. – ¿Dónde estás? – Vanny no le tocaba, manteniendo una distancia prudencial que no se correspondía con el amable afecto que se respiraba entre ambos.
– No lo se, creo que me he metido en un lío.

Frente a ellos, una sombra apareció de la nada en un ocaso que no supo muy bien cuando cayó.
Una pequeña gran llamarada brillaba en lo que se intuía la mano de un figura semejante físicamente a Víctor.
– ¿Chicos, qué os parece si hacemos una hoguera? Se que a ti te gusta el fuego, Víctor.
– Víctor, ¿Quién es él? – Preguntó Vanny.
Pero Víctor temblaba estremecido.
– Vete de aquí… – Miró a Vanny con la mirada descancajada. – ¡Corre!
Cuando ésta se levantó para obedecer, la sombra lanzó lo que resultó ser un mechero hasta que éste golpeó la espalda de la chica, estallando y haciéndola arder entre gritos.
Cuando Víctor se levantó e intentó acudir a su posición, la sombra lo asió inmovilizándolo.
Pudo ver las fauces.
Pudo decir su nombre.
Antes de despertar cuando los guardias golpearon los barrotes lanzando al suelo un plato de asquerosa comida.

3 comentarios:

  1. Me alegro un montón de que vuelvas a escribir por aquí. Y como no, siempre me dejas con ganas de más.
    Un buen relato que te engancha y que quieres saber que ha pasado, de que va el juicio. Y con ese final ya.... ¿a qué esperas para escribir la continuación?

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  2. Nuevamente aquí. Después de una prolongada ausencia vuelve nuestro amigo con el principio de algo cuanto menos inquietante. Digo " inquietante " porque inquietud es lo que sembró con sus últimos relatos, incluido rebeldía, en los que no se vislumbraba algo parecido a la esperanza. Quizás hago algo de trampa ya que conozco al Autor y los tremendos vaivenes a los que su montaña rusa particular le somete. Me ceñiré pues, o lo intentaré, al valor literario de estas lineas. Como es lógico es algo muy incipiente y se necesita más desarrollo para valorarlo en perspectiva, sin embargo hay un par de detalles jocosos, como
    el martillazo y la posterior valoración de que " el amor carece de peso específico " o la constatación de haberse metido en un buen lío. De todas formas parece prepararse una confrontación en toda regla con el temible " Monstruo " que continuamente acecha al Autor, y en este caso se nos plantea un juicio en toda regla, un juicio despiadado y descarnado que se nos antoja difícil y complicado. Como en las grandes decisiones de la existencia uno se encuentra terriblemente solo ante las bifurcaciones propuestas. Solo hay una cosa en la que no estoy de acuerdo, " El Amor siempre tiene cabida ", ya que es la fuerza más poderosa que mueve el universo y ante lo que, a la larga, todo debe sucumbir si es sincero y auténtico. Aquí estaremos siguiendo el desenlace de esta historia. Saludos

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  3. Intriga y desasosiego con ese testimonio que va desgranando los acontecimientos con el temor del que parece no querer asumirlos. Muy bueno, Víctor!!! Me alegro que estés de vuelta.
    Abrazo!!!

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