Sus pasos dejaban profundas pisadas en
la capa de nieve que cubría la carretera al salir del camping.
Exhalaba vapor por la boca mientras se
cogía el abrigo para ajustar bien el cuello a su piel.
Nuria no se dirigía a ningún lugar en
concreto en aquella fría noche de invierno, sino que víctima de una
melancólica tristeza vagaba esperando sin esperar alguna señal.
Su interior la anhelaba de modo
inconsciente, mientras ella seguía su avance por la acera nevada de
la carretera que comunicaba La Guingueta con los pueblos más
cercanos, que escalaban los pirineos ofreciendo a los visitantes
encantadores lugares donde hospedarse, descansar y saborear una buena
comida.
Nuria esa noche había comido en el
restaurante del camping donde ahora todos descansaban, en una pequeña
caravana de perfectos acabados de cálida madera en su interior.
Ella había pedido unos espaguetis a la
boloñesa sin demasiada hambre, y había tratado de mostrar buena
cara mientras su hermana pequeña devoraba pedazos de jamón y queso
rebozados con carne y, mientras su madre saboreaba una ensalada, su
padre saciaba su estómago con un entrecot al punto que sangraba por
todas los lados.
El color blanquecino de la sangre
aguada que escupía la hizo cambiar de opinión con respecto a poner
buena cara, y pidiendo permiso, decidió esperar fuera mientras
fumaba un cigarrillo a que todos acabasen para ir a dormir.
Ya en la caravana, había dicho que iba
un momento al baño, pero se había abrigado bien y decidió sobre la
marcha emprender el paseo en el que se encontraba inmiscuida.
El croar de unos sapos la sobresaltó a
la altura del puente del pequeño, muy pequeño pueblecito.
Había visto a esos bichos con
anterioridad.
Algunos eran grandes como sus dos manos
juntas.
Encogiendo los hombros, se dejó llevar
y emprendió el camino hacia el puente, donde había un bonito
mirador ubicado previamente a la bifurcación donde dos caminos se
separaban conduciéndote al interior de la montaña que presidía
todo aquello.
No sabía muy bien qué hacía allí,
exhalando vapor, algo encogida y asiéndose con fuerza la chaqueta,
con la mirada puesta en un río tranquilo que descendía desde las
altas montañas del norte hacia el interior del territorio que
consideraba su hogar.
De modo que se puso a recordar, días
de aquella estancia, días pasados de otras aventuras en esas
tierras, y días que quizá nunca tendrían lugar.
Las risas de su hermana mientras ella y
su madre la empujaban cuesta abajo por las nevadas praderas del
camping.
Trineos sobre caminos de hielo que
hacían que el fuerte viento al descender te helase las facciones.
Amigos y algún que otro lío con la
gente lugareña o visitantes a alguno de los dos campings del lugar,
o al pequeño hotel que no por ello perdía encanto dado que era uno
de los lugares más acogedores y cálidos del lugar.
Alguna vez habían cenado allí, con
amigos de sus padres.
Y más hacia el norte, en los pueblos
vecinos...
De pronto el silencio a su alrededor se
hizo pesado.
Nuria se encontró a si misma
emergiendo de sus pensamientos mirando a las estrellas, pero su
cabeza estaba gacha.
¿Cómo podía ser?
Claro, tonta, pensó. Se reflejaban en
la plácida superficie del río.
Pero ya nada era lo mismo.
De los fríos recuerdos donde
difícilmente se logra dar con el latido de lo pasado, se encontró
no solo pensando en su perro fallecido el año pasado, sino con más
personas.
Personas de su familia a las que echaba
mucho de menos, y que de pronto sentía a su lado, como si unos
brazos invisibles acariciasen su espalda.
El silencio dejó de ser pesado cuando
su entorno se llenó de magia.
Primero una farola a lo lejos.
Luego otra. Y otra.
Así hasta apagarse todas en un
sorprendente efecto dominó.
No se extrañó.
Sonreía al verse completamente rodeada
en la oscuridad por estrellas bajo y sobre ella, amparada por esa
sensación de cobijo que tan solo obtenemos del calor de la vida y la
comprensión de un acompañante en el viaje continuo que representa
la existencia.
Aunque de pronto, algo le arrebató
cuanto era suyo.
Primero las estrellas dejaron de ser
algo más que meros puntos brillantes que la rodeaban.
Después el peso de la más absoluta
soledad cayó sobre Nuria, que desesperada se giró para no ver más
que una alta y fina sombra acercándose a gran velocidad.
Tras eso solo sintió una cosa.
La gélida garra que atravesó la carne
de su cuello precediendo a unas fauces que con su lenta e hipnótica
aproximación no provocaron más que su súbito desmayo.
El silencio ahogó el intento de grito
de la única chica que había estado en el puente, y mientras su
cuerpo era arrastrado dejando un surco rojizo en la nieve, el croar
de los sapos fue todo cuanto pudo escucharse, invitando a los que
allí dormían a proseguir con su viaje onírico.
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Por fin un nuevo relato! ya era hora ¿no? XD. Pues este principio tiene muy buena pinta y dan ganas de saber mas, al principio parece que trata de alguien que se siente sola pero que gracias a los recuerdos se siente bien y de repente PAM! Y eso no te lo esperas, así que muy bien. Sigue así ^^
ResponderEliminarSi me he tomado mi tiempo en retomar los relatos :(
EliminarMe alegro de que te haya supuesto un buen final para este primer capítulo.
Bienvenida a los pueblecitos nevados del norte ^^
¡Vaya! No me esperaba ese final, estás tan concentrado en los recuerdos que no te da tiempo a planteártelo.
ResponderEliminarA mí en algunos puntos del relato me faltaba tal vez algún signo de puntuación, algunas frases me resultaban un poco raras xD Pero es una historia curiosa, aunque me da pena haber sabido tan poco de la pobre Nuria.
¡Un besín!
Tengo tendencia a emplear frases retorcidas donde desde luego se agradecería alguna pausa en forma de lo que sugieres, trataré de encontrar un equilibrio entre lo que me nace y lo que comentas, desde luego hará la lectura más amena.
EliminarY sobre Nuria... ¡Aún estamos al comienzo de la historia!
Un beso Gemma
Ya te echaba de menos. Genial relato, me has dejado completamente intrigada.
ResponderEliminarUn besillo.
Si, me he tomado mi tiempo...
EliminarMe alegra que te haya dejado intrigada, pronto iremos sabiendo más de estos misterios que se desarrollan en la base de las más altas montañas de Catalunya.
Un abrazo! :)
Vaya muy buen relato, pero ¡por Dios! que pasó a Nuria, la intriga está ahí...ha sido una buena puesta en escena. Buena entrada.
ResponderEliminarGracias Concepción, pronto nos iremos al pueblo vecino con la vista aún puesta en La Guingueta.
EliminarNuria ha desaparecido y eso no puede quedar así.
¡Un saludo!
Me ha encantado :)
ResponderEliminar¡Gracias Mane Lander!
Eliminar¡Hola! Hacía tiempo que no me pasaba por aquí y como vi entre las actualizaciones el capítulo dos, decidí empezar por simple curiosidad. ¡Y me ha encantado! Has planteado un misterio que, personalmente, me ha dejado con ganas de saber más, por qué le ha ocurrido eso a Nuria en ese preciso lugar. El título me sugiere muchas cosas, pero estoy segura de que vas a conseguir sorprenderme con las próximas partes de este relato.
ResponderEliminarEstaré al pendiente y, seguramente, me pase en un momento a leer el segundo capítulo ;)
Saludos <3
¡Me alegra mucho que te haya gustado este comienzo de la historia!
EliminarEl título en efecto parece incluso ser algo spoilereante, pero creo que tengo ingredientes suficientes como para que no sea así.
Espero que los siguientes capítulos también sean de tu agrado.
¡Gracias por leer y comentar R. Crespo!
Un abrazo