sábado, 14 de junio de 2014

Un beso eterno



La Existencia contempla como los infinitos universos nacen y mueren envueltos por su eterno velo que todo lo aborda, que todo lo sabe. Pero necesita recordar quien es de vez en cuando, para mantener el equilibrio en tan aparentemente inestable mezcla de acontecimientos.
No está regida por el tiempo ni por el espacio.
Simplemente es, y por el mero hecho de ser todo cuanto necesita es recordar en fugaces ocasiones cual es su esencia.
Cual estrella fugaz, en ocasiones surca los cielos de algún universo esperando una respuesta a algo que se encuentra muy infravalorado. Cada vez menos seres le devolvían el guiño, y comenzaba a sentirse angustiada.
El peso de la eternidad era una arma de doble filo. Por un lado podía surcar las utopías de la perfección, aunque por otro lado podía verse atrapada por las dolencias del transcurrir del tiempo, convirtiendo su reino en parte del multiverso que ella mimaba como su mayor tesoro.
Si eso ocurría... ¿Qué hay más allá del paraíso?
Tales cosas se preguntaba la Existencia durante milenios, viendo como los universos nacían y morían en un harmonioso equilibrio del que ella era encargada.
Hasta que algo conmovió su etérea alma.

*

Bosque y Humana se conocían desde hacía ya mucho tiempo. Bosque estaba perdidamente enamorado de Humana, pero ésta lo trataba mal, lo maltrataba psicológica y físicamente. Tan solo una pequeña porción de Humana lo cuidaba, lo mimaba y lo amaba con todo su ser.
Para Existencia el lapso de tiempo que tardó en evolucionar el homo sapiens resultaba tan solo una fracción de segundo.
Ahora todo era un desastre.
Bosque se veía acorralado por la mayoría de sentimientos que asaltaban a Humana. Su despreocupación, sus ansias de destrucción y su falta de empatía habían generado como resultado un ataque directo al corazón de Bosque.
La madre de Bosque, Naturaleza, contraatacaba con volcanes en erupción, terribles huracanes e incluso la certera amenaza de una mutua extinción.
Pero Humana seguía a su ritmo, sin cambiar un ápice su táctica.
Si bien parte de Humana amaba con locura a Bosque, los encuentros esporádicos resultaban cortos e ineficaces a la carga que estaban exponiendo a la mismísima Naturaleza.
Sin embargo, algo ocurrió cuando una estrella fugaz surcó el cielo.
Hubo respuesta.

*

Rachel y Tom estaban tumbados en el mullido suelo de Bosque, boca arriba. Llevaban horas hablando de todo en general y ahora se preguntaban si habría fuerzas que su raza aún no llegaba a comprender. Algo así como el espíritu del bosque, del océano, del planeta y del universo en si.
Cuando Tom besó a Rachel, el tiempo pareció detenerse.
– Esa es mi esencia. – Afirmó sin que nadie la oyese Existencia.
Mientras Rachel y Tom se besaban, tanto les hubiese dado que el mismísimo apocalipsis hubiese dado comienzo. Se trataba de un beso de amor verdadero, y como tal no tenía principio, pues ambos lo deseaban desde hacía tiempo, ni final, puesto que lo repetirían hasta que la guadaña de su universo los separase o los uniese para siempre.
Existencia conocía bien el secreto, pero no podía transmitirlo, pues una de las leyes básicas de poder vigilar simultáneamente todos los universos habidos y por haber era no inmiscuirse en los asuntos de ninguno de ellos. Dejarlos hacer hasta su extinción.
Lo que sí que hizo fue inundar el cielo de estrellas fugaces, y mientras Rachel y Tom se besaban, Existencia quiso creer que Bosque y Humana algún día se querrían de ese modo, para que así Naturaleza y Humano pudiesen estrechar lazos definitivamente.

Era un diminuto pero crucial momento del que podría sacar variopintas conclusiones.

De mientras contemplaría como los infinitos universos nacen y mueren envueltos por su eterno velo que todo lo aborda, que todo lo sabe.

2 comentarios:

  1. Como siempre muy bien, ademas mucha gente se puede sentir identificada con eso, ya que pueden sentirse como el bosque o como la mismísima existencia (chananan)
    Sigue así (ya sabes que lo que haría yo seria exterminio total XDDDD)

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