Estoy aquí, frente al papel, para contarles una historia
que me ha sobrecogido dada la rareza de su evolución.
Trata sobre la culminación de un individuo obcecado en
hundir su futuro de tal acto.
Perdido en laberínticos escritos, esa persona bebía
demasiado tratando de ahondar en algo que estaba convencido que contenía el
secreto a su enfermedad crónica.
Una enfermedad mental de la que deseaba escapar pero que
al mismo tiempo lo acechaba cada vez más dado el círculo vicioso en el que él
se encontraba.
Investigando los recovecos de un pasado alterado por su
imaginativa memoria, creía edificar los cimientos de su hipotética mejoría
mientras su vida pasaba con más pena que gloria, con más dolor para él y los
suyos que el que jamás hubiesen imaginado.
Ese individuo, ciego a lo que ocurría en realidad, se
encontraba irremisiblemente al borde de la perdición.
Yo lo conocí mucho tiempo atrás, cuando era un joven con
un inmenso optimismo cargado de ignorancia.
Ahora es alguien diferente, cruzadas casi todas las
líneas con las que su vida le ponía a prueba una y otra vez, y que nunca creí
que acabaría rebasando.
Alterna una vida sedentaria donde todo carece de
significado para él con grandes consumos de alcohol que destruyen lo poco que
queda ya de todo cuanto consiguió a lo largo de su vida.
Parece mentira que apenas poco más de un año antes, en la
cima de su delirio, conquistase su objetivo más preciado según él decía.
Una idea cuyo objetivo era ordenar las piezas de un puzle
que, desde mi punto de vista, solo se debían a un choque continuo entre el
deber y el libre albedrío en una balanza demasiado inclinada con el paso del
tiempo hacia el segundo punto.
Una idea que creció transformándose en algo cada vez más
psicótico a medida que incluía en el esqueleto mental de la obra datos como su
irrompible conexión con el secreto de la creación y la muerte de su propio
universo.
Una idea que, desarrollada, le permitía erigirse como el
diseñador de un nuevo mundo para todo el planeta.
Por aquel entonces dicho individuo no bebía alcohol, y es
que cuando entraba en dichas fases donde el raciocinio y la locura comenzaban a
darse la mano, su mente se aceleraba omitiendo la misma realidad que sus ojos
veían, y solo sentía prisa, una prisa urgente por acabar con su obra y
liberarse de las ataduras no solo de su enfermedad, sino de los enigmas
asociados a toda vida, incluso a toda existencia.
Asombrado asistí a la escritura de una obra donde toda
una vida de desequilibrio quedaba para él atada a un riguroso plan del cual
salía reforzado en casi todos los aspectos de los que en realidad mostraba
evidentes carencias.
La seguridad sería un buen ejemplo.
Pagó un alto precio que le marcó para siempre por
aquello.
Una prisión fue reduciendo a cenizas su trabajo, mientras
al mismo tiempo que comenzaba a abrir los ojos ante las numerosas y lamentables
acciones que había perpetrado durante su vida, los cerraba con tanto alcohol
como fuese necesario para seguir adelante dando un paso y retrocediendo tres.
Ahora lo miro y me alarmo de lo cerca que está del
barranco. De lo ciego que se muestra a él, mientras el fuego y el veneno que
manan de su boca agravan la carga de cadenas con las que a buen seguro caerá al
vacío.
Es en ese momento cuando me doy cuenta de que ese
individuo soy yo.
Como una mente invisible, me siento de repente dentro de
alguien con el que no me identifico.
Y lo primero que me pregunto es… ¿Quién soy?
Pues ahora toca conocerse a uno mismo y evitar los errores que se cometieron en el pasado, por muy difícil que sea. Yo te animo a seguir adelante y a conocerte de verdad e intentar no caer otra vez en ese bucle que no te llevara a ningún lado.
ResponderEliminarAsí es.
EliminarGracias por el apoyo, as always :)
Un abrazo
Ánimo, amigo! Escribe, escupe historias y sentimientos, que nada malo quede dentro! Un súper abrazo! ;)
ResponderEliminar¡Gracias Hada! :)
EliminarSeguiré escribiendo, sin duda.
Un abrazo fuerte ;)