Caminando entre sombras, vagando por la oscuridad.
La vista se enturbia ante el espectáculo del ocaso de una
época que lame la frontera de lo que queda atrás.
Un espectáculo ya pasajero de luces y armonía manchado
por la tormenta asociada a una mente enferma. Una mente que busca su salvación,
no obstante. Una mente que mira a su alrededor preguntándose si existe algún
camino exento del único dolor que no sabe afrontar, el suyo propio.
Las lágrimas se agolpan mientras un nudo en la garganta
crece aprisionando la garganta de un sujeto no libre de culpa, aunque
desesperado ante unos pasos que debe dar hacia una misteriosa luz que se
adivina en el horizonte.
El pasado y el futuro tiñen una roja melena que alberga
todo cuanto él ansía.
Los tiempos de calma para un océano embravecido poco dado
a las treguas.
Súbitamente el clásico chispazo que supone el pistoletazo
de salida sucede.
Los cielos se iluminan con la furia de miles de
relámpagos que habrán de preceder a la amenazadora naturaleza de un trueno
continuo y persistente, cargado de miseria y cíclico sufrimiento.
Eso se sabe porque se ha repetido largo tiempo.
Si bien los cielos muestran claros donde el sol de un
nuevo día brilla pletórico, invitando a ese temporal paraíso a una vida
necesitada de luz, una vista más abierta y atemporal puede distinguir la
amenaza implícita, la traición entre las traiciones, y adivinar el lamento
posterior que se antoja eterno y lleno de desesperanza.
La quietud se apodera de los pasos que separan a esa
persona de lo que fue y lo que debería ser. Es la primera vez que sucede.
Cual suicida se caracterizó su experiencia pasada, sin
embargo ahora quiere caminar sobre un suelo construido desde buen principio con
ahínco y resolución, sopesar cada paso como si fuese el último, pues ya no
puede permitirse más deslices ni más errores.
Súbitamente, el chispazo se repite.
Los cielos se iluminan, se abren más y más ante él.
Pero dirige su mirada al pozo aprovechando la visibilidad
del momento. Se muestra tétrico en su entrada, y se intuye que la caída es tan
larga e interminable como siempre.
La invitación perenne de su interior se mantiene en pie,
y ya no resulta tan fácil ponerse a volar despreocupadamente hacia la salvación
pasajera.
Pues no existe como tal.
El esfuerzo por emerger de la tormenta marítima debe ser
mayor y concretarse en todos los campos.
Solo así la sonrisa del llanto eterno podrá aterrizar en
la comisura de unos labios acostumbrados a mentir.
Es el momento de pedir perdón.
Perdón por marchar hacia ninguna parte, perdón por sólo
querer apreciar la belleza de la persona que ya se dibuja claramente en la
lejanía cada vez más cercana, perdón por no poder hacer más que revolotear cual
abeja entre los pétalos de una realidad que quizá nunca será.
Mientras la mente enferma trama su enésimo plan, algo la
frena, algo parecido a una reacción nunca vista antes. El exilio hacia un lugar
inhóspito donde aprender a cargar con la soledad de un modo razonable, donde el
auxilio no exista y el ahogo avance terreno hasta estrangular con fuerza la
inhalación de un aire que de no ser así acabaría por dilapidar no la vida, sino
la existencia de un alma que una vez pensó que era libre.
La libertad requiere un alto precio, y esa melena roja
que ondea en el horizonte se antoja, con lágrimas en los ojos, algo parecido a
la primera señal.
La chispa que contiene ese ser igualmente conocido y
desconocido pasará a ser una estrella más en los confusos cielos de una vida
enroscada alrededor del caos.
Una estrella a la que mirar cuando el exilio pese sobre
el interior.
Un destello claro que nunca se desvanecerá por muy
oscuros que la tormenta tiña los cielos.
Un regalo, un nuevo obsequio del destino que no será
desperdiciado ni conquistado, saboreado ni ignorado, poco querido o fruto de
obsesión.
Una chispa que ahí donde antes prendería el fuego de la
esperanza, ahora brillará como tal imposible de alcanzar en su lejana órbita.
Una chispa inmortal.
Una chispa a la que una sonrisa empapada en lágrimas
solloza tímida.
Una chispa entre las sombras, la chispa del exilio, una
chispa en la oscuridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario