jueves, 6 de octubre de 2016

Día 14: Huevo (Starcraft)





El marine avanzaba cautelosamente por el sendero de tierra que se adentraba en la zona enemiga.
Algo sorprendido por la total ausencia de resistencia al grupo explorador que conformaban él y sus compañeros, comenzaban a escucharse algunas mofas por parte del resto de soldados.

– ¡Mearse en la colmena merece la pena! – Las risas tímidas dieron paso a sonoras carcajadas cuando Barry Thompson dejó escapar su ocurrencia.
Claymore, jefe de la unidad visiblemente exacerbado, trató haciendo una serie de aspavientos con sus brazos ocupados por su gran rifle que guardasen silencio.

No le gustaba tanta tranquilidad en el entorno.
Un pequeño montículo parecía delimitar el acceso a un páramo abierto en el terreno.
Cuando hubieron alcanzado el punto para contemplar el lugar, no fue necesario que Claymore ordenase silencio para que éste cayese como una tumba sobre la unidad.

Cientos, más bien miles, de huevos zerg se amontonaban por el terreno, abiertos y sospechosamente aún viscosos.

Unos minutos después algunos soldados comenzaban a desfallecer ante el ritmo con la que la unidad se batía en retirada hacia el campamento base.
Lo que a sus espaldas había comenzado como un lejano rumor se había tornado en un ruido ensordecedor.
Esos malnacidos les pisaban los talones.

Cuando Claymore, al ver la fortaleza a lo lejos, comunicó, vaciando sus pulmones voz en grito, que abriesen las puertas, no tuvo tiempo de contabilizar cuantos de sus compañeros habían quedado atrás.
Sólo se escuchaban gritos desgarradores, auténticos alaridos de dolor que se perdían en el torbellino de guturales sonidos de los incontables Zerglings.

Mientras los supervivientes vaciaban sus cargadores contra la plaga, valoró sintiendo un escalofrío las escasas posibilidades que la fortaleza tenía de resistir esa brutal ofensiva del enemigo.






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