domingo, 9 de abril de 2017

Ausencia




Solo.
Se sentía solo frente a las inclemencias de una vida truncada, hecha pedazos no hacía mucho.
Por eso escribía.
La máquina de escribir esgrimía los únicos sonidos agresivos de un entorno con paz en demasía.

Leonard era un joven al que la enfermedad mental había hecho una visita de esas que ya nunca se van.
Ahora vivía en una casa cerca de la playa, inspirándose y torturándose a partes iguales.
Escribía minuciosamente lo que debía ser una carta…


Me mantengo aquí con la pesadumbre de mis sombras,
que el anochecer del día hace caer sobre mí,

Mi anhelo es no evadirlas sino confrontarlas,

una noche más
a tu lado.



Disparo a ciegas contra un dolor etéreo,

y abro los ojos en la negrura de lo que en sueños vi,

No queda más alternativa que resistir hasta alcanzar
una noche más
          a tu lado.


Leonard descartaba furiosamente que esas fuesen sus palabras.
Quería plasmar esa lágrima vagabunda de las madrugadas, captar el sonido del lamento ahogado que se escucha en la noche, perfilar la decadencia de ver la pasar tu energía como una estrella fugaz que ya jamás regresará igual.

Llevaba unos días sin ver a su amada.
¿Qué había de especial en aquellos encuentros que hacían de Leonard un tipo tan desgraciado en su ausencia?
La respuesta era que tanto Leonard como su amada solo podían verse una vez al año.


Erguido atisbo en el horizonte mentiras y falsedades,
pues ninguna de ellas promete ni habla de ti,
Esperaré a que el sol caiga haciendo llegar el crepúsculo 
de una noche más
marcada por tu ausencia.


Esa única noche al año Leonard compartía besos e historias con ella, mientras llenándose y saciándose el uno del otro trataban de dar con la llave para huir juntos del psiquiátrico donde él había sido declarado crónico.

Solo una visita al año por parte de su pareja.
Solo una máquina de escribir en un espacio comunitario a horas reducidas.


El recuerdo de tu presencia chispea en mi cansada mirada,
palabras tatuadas en papel de basura,
que nunca llegará a tus oídos ni susurrarán tus labios.
Solo el recuerdo del teclear ahogándose en otra noche
marcada por tu ausencia.



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