Cuando entraron,
estiraron fuerte de la puerta para apartar la capa de nieve casi
helada que la bloqueaba parcialmente. Un buen número de colillas
aseguraban la presencia en esa misma salida de la taberna del gélido
poblado de varios fumadores.
El contraste no se
hizo esperar.
En cuanto abrieron
la puerta, el sonido de la música embriagó el ambiente en el cual
la plaza comenzaba a quedarse sola ante la súbita ausencia del
Comandante Resolución.
Tylerskar aún
pensaba acerca de eso. Siempre había intuido, o visto directamente,
a su querido compañero como alguien autoritario y decidido, pero de
ahí a observarle con ese uniforme… Había un trecho.
Dentro de la taberna
la distribución era algo ambigua para un visitante primerizo.
Una barra a la
derecha, una gran bandera al fondo con la simbología de Sueños
Rotos, con la que ya comenzaba a sentirse familiarizado Tylerskar, y
un buen número de mesas redondas rodeadas por elegantes sillas de
corte antiguo.
Bajo la bandera un
escenario vacío, que prometía por la presencia de un montículo que
allí se había organizado o se iba a orquestrar algún tipo de
actuación.
El humo cargaba el
ambiente, puros y cigarrillos proyectaban al aire sus estelas que se
mezclaban con el aroma de algunas jarras de cerveza y, sobre todo,
una ingente cantidad de copas de alcohol de fuerte graduación.
Era abrumador, allí
el que menos se estaba hincando entre pecho y espalda su tercera copa
y el día parecía no haber avanzado demasiado en el exterior.
Así, tal cual con
esas palabras, hizo llegar a la joven Rebeldía su opinión, que le
instó a mantener los ojos bien abiertos.
– No pierdas
detalle… – Tan chulesca como de costumbre, su porte provocaba a
los presentes y no se inmutaba cuando alguien pasaba peligrosamente
cerca de ella, teniendo los otros que moldear sus cuerpos para evitar
entrar en colisión.
Hasta que alguien,
más decidido que torpe, entró en contacto.
Una copa de whisky
tintineó sus cubitos de hielo cuando el recipiente golpeó el hombro
en tirantes de Rebeldía.
– ¡Pero bueno,
señorita, mis disculpas! – Se trataba de un muchacho joven y con
cierto atractivo. Vestía camisa a cuadros azules y unos tejanos que
le acercaban más que a nadie al look de Rebeldía. Hábil a ojos de
Tylerskar, emitió su sonora disculpa dando unos prudentes pasos
hacia atrás, quizá para mantener una respetuosa distancia, quizá
prediciendo una reacción hosca e incluso hostil por parte de
Rebeldía a su supuesta torpeza.
En ese momento,
justo cuando Rebeldía y el joven comenzaron a hilvanar una
conversación que derivaba entre lo animoso y lo encendido, una voz
le sacó del estupor que estaba suponiendo la entrada a ese
abarrotado local.
– ¡La taberna
encuentra a su legítimo cliente! – Tylerskar fue desviando su
mirada, que inconscientemente había llevado a la barra, hasta
abrirla por completo al contemplar como Experiencia, con su barriga
abriéndose paso entre la multitud, y enfundado en un traje semejante
al de Resolución, se acercaba con los brazos abiertos hacia su
posición.
El abrazo no se hizo
esperar, pues la confianza que Tylerskar descargaba en Experiencia
siempre quedaba fuera de toda duda.
Sin embargo las
piezas no encajaban.
Esa taberna no era
lo que parecía ser.
– ¡Menudo camino
debes haber recorrido hasta llegar aquí, chico! – Experiencia
sonreía ampliamente, mientras extendía una gran jarra a su recién
encontrado compañero al tiempo que apuraba una copa sin hielo
alguno. Su rostro estaba sonrojado.
– Experiencia,
Resolución se niega a hablar. ¿Qué demonios ocurre aquí?
Éste abrió la boca
y dejó escapar un grito animoso, que tuvo su eco en las
inmediaciones encontrando la boca de una docena de clientes.
Se había hecho un
agujero en el centro de la sala, y frente a la bandera, dos personas
bailaban desenfrenadamente.
Ahora que caía en
la cuenta, algo parecido a un rock’n’roll estaba sonando más
fuerte que el hilo musical que había sido habitual, y Tylerskar no
necesitó más que un vistazo a la camisa azul para comprender
quienes se encontraban sumidos en plena danza.
Rebeldía y el chico
con el que hacía un rato hablaban airadamente ahora se agarraban de
la cintura y los hombros y pasaban uno alrededor del otro, por encima
y bajo las piernas, en una sucesión grácil de maniobras que
exaltaban sobremanera a un público hambriento al parecer de ese tipo
de sucesos.
Tylerskar se acercó
paulatinamente al lugar donde comenzaba el hueco, y se encontró
mirando largo tiempo el cuello de Rebeldía, que ya comenzaba a estar
regado en sudor, desplazando su mirada entre el pelo naranja y
amarillo que lo encumbraba y los tan delicados como fuertes hombros
que le servían a todo ello de base.
Luego su mirada pasó
al chico, para finalmente aterrizar en la bandera de un partido que
definitivamente lo puso en guardia quizá por vez definitiva.
La jarra de
Experiencia no contenía su brebaje. Aquella no era su taberna. Sino
estaría tras la barra.
Sueños Rotos era
algo a lo que no había tenido acceso en ningún momento de su vida,
pero no por ello parecía exento de tradición, estructura y causas.
– ¡Qué buena
onda de tío! – Notó como una mano sudorosa se aferraba a la suya.
Se giró sombrío solo para estremecerse ante el susurro que, de
puntillas, Rebeldía de dejó ir en su oído izquierdo. – Lo he
dejado listo para que saque lo mejor de él. – El tono con el que
remarcó esas palabras hizo que Tylerskar evocase desprecio, náusea
y vómito.
En un rápido
vistazo identificó en la puerta a Resolución, perdido entre la
multitud a Experiencia, y comenzó a ser consciente de que a no mucho
tardar acabaría dando con Rectitud y el resto.
Por algún extraño
motivo sintió la necesidad de quedarse cerca de Rebeldía, y justo
cuando esa idea se afianzaba en su interior unos golpecitos secos le
hicieron mirar a la bandera, bajo la cual, en el montículo, el chico
joven que había bailado con Rebeldía se disponía a hablar a un
micrófono que le habían instalado para la ocasión.
Se irguió
mientras su expresión se cargaba de algún tipo de significado.
Habló en tono grave
y autoritario, aunque se notaba el eco del clímax del baile con
Rebeldía, como si de un fuerte pálpito cardíaco ese chico fuese a
tratar de comerse el mundo en unos minutos.
– Ya me conocéis.
Soy Idealismo. Y una noche más me dirijo a vosotros soldados, en
busca de la luz que todos merecemos.
El silencio se hizo
en la sala.
En el interior de
Tylerskar.
Solo la mano de Rebeldía, que asió fuerte la de su
compañero, calmó un poco la oscura tensión que le atenazaba.
Continuará...
Esto cada vez esta más interesante, pero sigo estando tan confundido como Tylerskar ¿que ha pasado aquí?
ResponderEliminarA ver donde nos lleva todo esto >w<