–
Podéis pasar la noche aquí… – Cuando Esperanza hubo acabado su
acto en la caravana, se reunió con ellos abrazando afectuosamente a
Rebeldía y haciendo una seña con la cabeza a Tylerskar, acompañada
de una negación.
Se
sentaron a unos pocos metros de donde se había reunido la docena de
personas que en ningún momento habían dejado de increpar a
Esperanza. Ésta ocupó un improvisado banco montado con un par de
viejas ruedas y movió con un palo una hoguera hecha en un bidón de
tamaño mediano.
Rebeldía
se sentó a su lado y le tendió la mano.
En
ningún momento hicieron referencia a las heridas ni cicatrices que
lucían sus rostros, hasta que Tylerskar cayó en la cuenta de lo
habitual que ese hecho tenía que ser.
– Ya
me he cansado de esta historia. – Rebeldía se puso en pie y
sacudió su melena moviendo su rostro a izquierda y derecha tomando
aire. – Es hora de darle la lección.
Esperanza
echó sus manos a su boca y emitió un lastimoso gemido mientras
llevaba su mano derecha al cuerpo de la joven, que se alejaba.
Tylerskar
quedó por un segundo mirando cómo comenzaba un sollozo que si bien
nació tímido y cansado, pronto fue ganando en agonía y
desesperación.
Fue tras ella.
Rebeldía
aceleró el paso hasta recorrer diversas avenidas sin volver la vista
atrás.
Su paso
decidido dejaba tras ella a Tylerskar, que pisoteaba torpe los dos
palmos de nieve permanentes y resbalaba en los tramos helados.
Sentía
la urgencia de detenerla, de hablar con ella. Pero ya se había hecho
a la idea del modo en que funcionaban las cosas en aquel lugar. Él
estaba allí para observar.
<<
Quizá para descubrir >>.
Llegaron
a la plazoleta de la taberna.
Había
varias docenas de personas, entre civiles y oficiales, ocupando la
calle.
Rebeldía
se encaramó al monumento central y alzó su mano izquierda al cielo.
El
rumor de las conversaciones fue deteniéndose, al tiempo que la gente
se agolpaba en los extremos de la plaza para observar como la silueta
de la joven mantenía su pose asegurándose de centrar todas las
miradas.
–
¡Miraos, observaros a vosotros mismos! – Rebeldía comenzó a
descender para situarse en el mismo centro de la plaza, con ambos
brazos apoyados en su cintura. – ¡Los mismos que un día jurasteis
darlo todo por una vida mejor!
Tylerskar no podía dejar de
mirarla. El colorido que emanaban tanto su vestimenta como su pelo
como su mismísima aura era algo que no podía pertenecer a aquel
lugar.
–
Abrazados a Idealismo, ese joven anclado en unas rocas que hace tanto
dejasteis atrás… ¡Dirigidos por la Sombra! ¡Que aparezca!
El
poblado consistía, a su modo de ver, en una extensión de una oscura
etapa de su propia vida. Una etapa tan gris, desolada y solitaria que
se estremecía mientras, a voz en grito, Rebeldía seguía provocando
a la multitud.
– No
aparece porque disfruta esperando el momento en el que os venza la
moral… En el que nada tenga sentido…
Rebeldía
siguió pronunciando meticulosamente las palabras de su cuidado
discurso, dirigiendo constantes miradas a un Tylerskar tan
concentrado en el significado de éstas, que solo pudo abrir la boca
y quedarse petrificado cuando el rostro de Rebeldía voló en
pedazos.
Ni
siquiera fue consciente del sonoro disparo que silenció por completo
la plaza y sacó a la clientela de la taberna.
Palmadas.
Enérgicos aplausos acompañados de una risa más que conocida.
–
¡Viejo amigo! – Las palabras del Monstruo gozaban de toda la
vitalidad posible. Debió haber caído en la cuenta de que un lugar
como ese poblado solo podía estar regido por alguien como él.
El
cuerpo de Rebeldía aún sacudía sus miembros sobre un charco de
sangre cuando Tylerskar se giró ante la parte más destructiva de sí
mismo.
Ahí
estaba, con sus fauces fantasmagóricas, su mirada inquisidora que
parecía atravesarlo todo, ataviado con un estrecho uniforme negro
sobre el cual una gabardina puesta modo de capa le confería todo el
aspecto de Alto Mando del Partido.
Soltó
una corta carcajada.
Las
personas que ocupaban la distancia entre el Monstruo y Tylerskar se
apartaron, mientras una fina lluvia comenzó a caer derritiendo las
capas de nieve que se amontonaban en la plaza, humedeciendo la ceniza
esparcida por el pavimento y ampliando el rojo charco sobre el que
reposaba el cuerpo de Rebeldía.
En la
mano derecha del Monstruo, una pistola aún humeaba por el
disparador.
– ¿El
fundador quiere revisar su obra?
Tylerskar
comprendió porqué nadie hacía nada.
El
Monstruo armado y como Alto Mando del Partido Sueños Rotos era
demasiado.
Demasiada
locura.
Una
locura nacida de la desesperación de tiempos pasados, que decidió
enmascararse con el horrible rostro de la autohumillación para
herirse primero y luego herir, para torturarse primero y luego
amargar.
Demasiado
poder.
Un
poder con el cual hacer de Sueños Rotos el partido de la alcoholemia
y la autodestrucción, de la amargura y ausencia de luz.
Tylerskar
oteó a su alrededor, aturdido por un momento.
Vio
como Resolución y Experiencia tenían la vista puesta en él.
Adivinó a Rectitud frente a uno de los coches oficiales que había
tras el Monstruo.
Sintió
la presencia de una alta figura a sus espaldas.
Mientras
Conciencia abrazaba sus hombros alejándolo del lugar, un último
vistazo al cadáver de la joven Rebeldía se mezcló en su mente con
las figuras insultadas y maltratadas de Esperanza e Ilusión.
Antes
de que pudiese dar un solo paso, se desmayó.
Continuará...
O____O Rebeldia no puede estar muerta T___T. Un gran capítulo y con mucho significado para el que sea capaz de verlo.
ResponderEliminarEspero con ansia los siguientes capítulos para ver como evoluciona ese mundo nuevo >w<