Rectitud
caminaba sumido en un silencio contraído en una boca que no dejaba
traslucir ni enfado ni diversión. Tampoco tensión.
Parecía el
de siempre, de no ser por ese uniforme con la simbología de Sueños
Rotos ante la que Tylerskar llevaba toda la jornada desconcertado, y
ya visiblemente molesto.
Al
salir del furgón le habían separado de Rebeldía, y mientras la
chica maldecía encapuchada mientras era conducida lejos, había sido
Rectitud quien, con una simple seña de dedos, se había encargado de
escoltar a Tylerskar por el interior de lo que parecía un castillo
de añeja pero imponente construcción.
Ahora
avanzaban por una de las alas, mientras ante la mirada dispersa de
Tylerskar se sucedían estatuas de idéntica estatura que reflejaban
a un hombre veinteañero, en buena forma física, que llenaban de
vagos recuerdos su mente.
Finalmente
llegaron al umbral de dos grandes portones negros, ante los que se
detuvieron.
Rectitud
llamó con firmeza y la contestación se hizo esperar.
Tylerskar
escudriñó los ojos de su compañero, que ahora sí se posaron en
los suyos dedicándole toda su atención. Salvo que no sacó nada en
claro de ellos.
Una voz
resonó desde el interior de la estancia que se adivinaba tras los
portones.
–
Adelante.
Rectitud
abrió una de las puertas haciendo ademán de invitarle a pasar, pero
en ningún momento de acompañarle al interior de lo que parecía un
despacho.
En un
primer vistazo desde el exterior adivinó una biblioteca mal cuidada
y una chimenea apagada sepultada por una ingente cantidad de ceniza.
–
Pasa, por favor. – La voz insistió.
Cuando
Tylerskar dio el paso definitivo, la puerta se cerró tras él
dejándole a solas con una figura encapuchada curvada sobre unos
manuscritos en los que escribía con una pluma que depositó cerca de
un tintero.
–
Toma asiento. – No gesticulaba. Su voz era, más que autoritaria,
sabedora de su verdadera posición en el organigrama de los
acontecimientos.
–
¿Qué estáis haciéndole a la chica? – La pregunta no se hizo
esperar. Tylerskar la articuló con cierta urgencia, con la
respiración algo entrecortada para lo que deseaba en verdad ante esa
figura desconocida.
–
Tendrás muchas preguntas más importantes que esa. Toma asiento. –
Cada vez parecía menos una invitación. En un instante fugaz algo
fantasmagórico aconteció. Una sombra pareció recorrer el frío y
gris despacho, tan rápido que costó seguirle la estela, para acabar
zambulléndose en el interior de la chimenea apagada tras sacudir a
su paso algunos de los libros llenos de polvo de la biblioteca.
Tylerskar,
sintiendo un escalofrío, decidió plantar cara a esa reunión a la
que Rectitud le había conducido.
Se
resistía a dejar de fiarse de los suyos.
<<
Y haces bien, fundador… >>
¿Qué había sido eso?
La
voz en su cabeza había sonado clara, intensa, real como las
indicaciones del encapuchado.
Mantuvo,
o al menos intento aparentar, toda la serenidad posible.
Cuando
se hubo armado para lanzarse al tejido de la tela de araña que
desenmarañase lo que fuese que allí reinase, su captor se le
adelantó.
–
Echa un vistazo a tu alrededor. Esto no siempre fue así. – La
figura encapuchada llevó a cabo un arco con sus manos como abarcando
todo el despacho. – La hoguera apagada representa el lamentable
estado en que nos encontramos desde hace demasiado tiempo…
Tylerskar
comenzó a recordar que esa voz le resultaba sumamente familiar, tan
perforadora como profunda.
Prosiguió.
–
¿Tienes idea de lo que Sueños Rotos era antes de derivar en esta
debacle? – Parecía que el encapuchado profesaba gran confianza en
él.
<<
¿Lo sabes, fundador? >>
Tylerskar dio un brinco en un
asiento, que se desplazó con un golpe seco medio palmo por el suelo
de madera rasgada.
–
¿Cómo haces eso? – De repente cayó en la cuenta. Solo él. Tan
solo él podía estar al mando de aquel sinsentido.
–
Conciencia… – Lo dijo agachando la cabeza, más en un susurro
íntimo que como algo inquisidor.
La voz
de Conciencia adquirió ese tono que indicaba que iba a cortar el
tejido de la resistencia, sin preocuparse por el dolor o el daño que
fuese a infringir con sus palabras.
– Me
han dicho que has conocido a Idealismo. Que has estado en la taberna
de Sueños Rotos. – Pausó para inspirar. – Serás consciente
pues de que aquí las cosas llevan tiempo bien regadas con alcohol y
antiguos ideales que ya ninguna correspondencia albergan con el
sentido de la realidad. – De nuevo una pausa, esta más larga. –
¿No te suena, chico?
Tylerskar tragó saliva.
–
Como tu vida, como tu misma vida que permanece anclada, tras una
gloriosa fundación en la que prometiste y juraste tocar el mismísimo
cielo. Como en tu vida, es el barro en el que te has pisoteado a ti
mismo lo que ahora nos atrapa en este poblado, víctimas de tu
nefasta gestión, fundador.
De
nuevo la sombra se paseó por el despacho, y Tylerskar tuvo que
ladear la cabeza en la impresión de que iba a chocar contra él a
toda velocidad.
<<
¡¡¡Fundador!!! >> Esa voz no era la de Conciencia. Esa voz
le erizó el pelo pues no esperaba que incluso él estuviese presente
en esa amalgama de su mundo interior.
Ese
despacho le tenía atenazado.
El aura
fantasmagórica del Monstruo que moraba en él, mezclada con la
siempre punzante charla de Conciencia, le estaban distrayendo de su
verdadera motivación.
–
¡Llévame hasta Rebeldía! – Golpeó la mesa, que casi cede al
impacto, con la mirada encendida y escupiendo con rabia cada
palabra.
– Ahora que nos has encontrado, no puedes dejar las
cosas así… – Conciencia cogió con cuidado la pluma que había
depositado cerca del tintero cuando Tylerskar entró en el despacho.
Prosiguió con la escritura ahí donde lo había dejado. – Rectitud
te acompañará a donde desees. El poblado ha olvidado al fundador,
pero el partido nunca lo ha hecho y nunca lo hará.
Tylerskar
se levantó de su asiento y, mientras se dirigía a los portones de
salida, fue asaltado varias veces por los incisivos pensamientos de
su Conciencia.
<<
Esta conversación no ha terminado >>
<<
Esta conversación no ha hecho más que comenzar >>
<<
Bienvenido a las ruinas, fundador >>
<<
Se bienvenido a lo que queda de la sombra de tu futuro >>
En
cierto momento Tylerskar mostró sus colmillos al escapársele una
mueca de sonrisa.
De
entre todos los presentes en Sueños Rotos, el que menos había
cambiado era Conciencia.
Continuará...
Me pregunto como acabará todo esto. La verdad es que me tiene bastante intrigada y a la vez me da cierto mal rollo X___D
ResponderEliminarA ver donde quieres ir a parar y como, estaré esperando pacientemente a eso ^^