–
¿Cuántos de vosotros habéis lamido la lona?
La
pregunta quedó en el aire, mientras el dedo índice de Idealismo
permaneció alzado, con el silencio abriéndose paso en la taberna,
hasta el punto de que incluso el tintineo de las copas y jarras
parecía ganar en timidez.
–
¿Cuántos de vosotros os habéis revolcado en el barro?
Una
segunda pregunta, con el dedo del joven en idéntica posición, al
extremo de un brazo derecho tenso y enérgico.
Tylerskar,
aún agarrado a la mano de Rebeldía, captó la luz que brillaba
dentro del marrón oscuro que impregnaba la mirada del autor del
discurso. Le resultó extrañamente familiar, tanto que experimentó
una sensación de vacío, casi de hurto, en su interior.
–
¡¿Cuántos de vosotros habéis mordido el polvo?!
La tercera
pregunta, ya a voz en grito, arrancó las primeras reacciones en la
sala abarrotada.
Miró a
su izquierda, por encima del colorido pelo de Rebeldía, hasta
alcanzar con la vista la posición de Experiencia.
Se
mostraba concentrado, casi meditabundo, y no parecía reaccionar como
sí lo hacían aquellos que le rodeaban.
El
discurso prosiguió, esta vez calmando el tono, manejando el tiempo.
–
Vivimos en un mundo donde el sueño americano es algo que ha llegado
a ser visto como algo negativo. Y por supuesto que lo es. La trampa
capitalista, compañeros, hace las veces de trampolín a la gloria y
de precipicio a los abismos. – Un murmullo respetuoso se fue
extendiendo y adueñando del ambiente, y mientras Idealismo
introducía aspectos ante los que tanto Rebeldía como Tylerskar poco
tenían que escuchar la chica fue tensándose más y más.
– …
Sin embargo el éxito es algo cuya estela hay que saber primero
intuir para después perseguir. Finalmente la conquista…
Rebeldía
escupió un poco de tabaco de mascar y bufó a punto de perder la
paciencia.
– Se
repite como un puto loro. – Sus palabras, al oído de Tylerskar,
llevaban una carga de empatía que contrastaba con el baile que se
había pegado con ese joven tan respetado en la sala. Tylerskar
llevaba desde que había tomado consciencia en ese frío lugar
estrechando lazos con la chica, y lo cierto es que verla bailar con
Idealismo lo había descolocado un poco emocionalmente.
En
cierto punto el discurso pegó un giro inesperado.
– …
Los enfermos mentales también tenemos derecho a soñar.
Tylerskar
abrió los ojos de par en par, incluso se giró para contemplar en
una rápida y fugaz ráfaga visual como Experiencia por un lado y
Resolución en la puerta del local le dedicaban atentas miradas
acompañadas de un asentimiento de cabeza.
Idealismo
proseguía, de nuevo cogiendo carrerilla y acumulando ímpetu.
– ¡A
soñar no con pesadillas de ingresos y deshonor! – De nuevo había
captado la atención de todos los presentes.
– ¡A
soñar no con incomprensión y vidas guiadas de mísero significado!
– Idealismo alzó su brazo derecho todo lo que pudo y gritó a
pleno pulmón. – ¡Somos libres en nuestra existencia, compañeros,
libres para decidir, con tiempo para actuar y un destino que
alcanzar!
La sala
entera alzó su brazo derecho a la bandera del Partido bajo la cual,
en el montículo, un joven de camisa a cuadros azules sonreía sin
que la felicidad se contagiase a una mirada encendida por la ira
contenida y la sed de venganza.
Un
codazo sacó del estupor a Tylerskar, que miró a Rebeldía.
–
Ahora es cuando empiezas a aprender de mí.
Todo
ocurrió muy rápido.
Mientras
soldados y clientes volvían a sus bebidas y conversación
habituales, Rebeldía agarró de un tirón una gran jarra de un
hombre ebrio y la tiró, en una parábola certera, al montículo
donde Idealismo tuvo que apartarse para que las cientos de astillas
que el estallido generó no le alcanzasen.
En un
momento había un nutrido grupo alrededor de Rebeldía increpándola,
y mientras Tylerskar trataba a empujones de mantenerlos alejados de
ella y buscaba con la mirada al maldito Comandante, un irreconocible
Resolución, las puertas de la taberna se abrieron, en un sonoro
golpe seco y contundente.
El
silencio se hizo de nuevo.
El
alboroto cesó.
Los pasos de unas botas hacían que el gentío
se apartase allí por donde los misteriosos visitantes avanzaban, al
parecer en dirección a Rebeldía y Tylerskar.
Ella estaba
acuclillada en el suelo, y al parecer por las magulladuras en su
cuerpo había comenzado a recibir algunas patadas. Cuando Tylerskar
se agachó para ayudarla a incorporarse, dos figuras trajeadas de
negro llegaron a ese punto de la taberna.
–
Ahora sí que la has cagado. – Tylerskar reconoció la voz. Era uno
de los hombres del furgón negro de esa misma mañana. – Pero bien.
La
levantó asiéndola por el pelo provocando un gemido gutural en
Rebeldía, y cuando Tylerskar fue a defenderla se encontró mirando
frente a frente a… Esa coleta rubia. Ese rostro afilado. Esa mirada
penetrante.
Rectitud
era el segundo hombre trajeado.
Tylerskar
se quedó boquiabierto, sin nada que decir, aunque no por falta de
ideas. Su cabeza era un hervidero en busca de alguna explicación a
todo cuanto estaba ocurriendo.
– Él
va con ella. – La voz de Idealismo, que se había recuperado del
impacto, habló en el silencio sepulcral para acusarle.
En unos
instantes vio como colocaban un saco en la cabeza de Rebeldía, justo
antes de que su propia visión quedase ahogada por idéntico
tratamiento.
Luego
sintió como le arrastraban fuera del local, la fría nieve cuando lo
tiraron al suelo y lo arrastraron. Finalmente el interior del furgón,
al ser proyectado dentro de él.
Mientras
el furgón conducía, Tylerskar centró su atención en la figura de
Idealismo. Se percató de lo manido que había encontrado su discurso
Rebeldía, y lo mucho que sin embargo encendía los ánimos de los
presentes con todas y cada una de sus estudiadas palabras.
Tenía
que haber una explicación a todo aquello.
Aquellas
gentes debían simbolizar algo. Algo lo suficientemente potente como
para que la identidad de Experiencia y Resolución hubiesen sido
subyugadas. Incluso Rectitud se encontraba al servicio de Sueños
Rotos.
Debía seguir avanzando, aunque ahora la oscuridad se
cerniese sobre el futuro de Rebeldía y, por lo tanto, su propio
futuro. No dejaría a esa chica.
Fuese lo que fuese a lo que se
resistía, fuese lo que fuese a lo que plantase cara, Tylerskar le
encontraba mayor valor que a ese entramado político en cuya cima
intuía algo sombrío.
Una
figura encapuchada relampagueó en su mente.
Luego el furgón
paró.
Continuará...
O____O ¿Pero...que les ha pasado a todos? Todo esto es muy nazi X__D Madre mía, la única con dos dedos de frente es Rebeldía, ya he dicho antes que me caía bien. Aunque nunca se sabe contigo.... .___.UUU
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