viernes, 18 de noviembre de 2016

Un discurso para la posteridad




Un discurso para la posteridad:

Pongo mi voz a una parte del speech final del film 300, que durante años ha supuesto una fuente de considerable inspiración y motivación para mí.



lunes, 14 de noviembre de 2016

Día 15: Luz (Kingdom Hearts)





LUZ



Las cristalinas aguas del mar que rodeaba las Islas del Destino relucían bajo la intensa luz del sol que esa mañana parecía ir en consonancia al buen humor de Sora.
Kairi como siempre ganaba la carrera en la que estaban inmersos los tres amigos.
Eso era así porque tanto Riku como Sora estaban sumidos en intentar tirarse al suelo mútuamente.

Mientras, en Ciudad de Paso, la noche cerrada hacía relucir más aún si cabe a los numerosos farolillos que, meticulosamente repartidos por el poblado, otorgaban al lugar un mágico aspecto.
Algunos sincorazón, criaturas nacidas de la oscuridad, ya hacían amago de deambular por sus calles en los aciagos tiempos en los que el rey Mickey Mouse había desaparecido.

Acumulando polvo, la Nave Gumi esperaba ser descubierta, ansiosa por viajar a esos parajes que se encontraban en un serio apuro.
Simba contemplaba el horizonte desde la cúspide de la gran roca que era su hogar. La puesta de sol, que desde la inmensa lejanía bañaba de luz sus dominios, no hacía sino resaltar la vasta oscuridad que crecía en sus confines.
Agrabah por su parte veía amanecer un nuevo día, mientras Aladdín efectuaba cabriolas entre tendederos y balcones.
En las profundidades marinas, Ariel sentía un rumor interno que mecido por la corriente, parecía indicarle la proximidad de una gran aventura.

Solo es una pizca, una nimia aproximación a los prolegómenos de lo que estaba por venir.

De pronto Sora, dando por perdida la carrera, se quedó mirando fijamente el lejano horizonte, donde una ola parecía indicar un final… Que en verdad era solo el comienzo.






viernes, 11 de noviembre de 2016

Una fecha muy especial... Junto a vosotr@s





Pues ya han pasado 6 meses.
Seis meses sin alcohol.
Medio año desintoxicado.

Desde la psiquiatría y la psicología remarcan bien fuerte este tiempo como esencial para poder tener en cuenta que uno va en serio, que realmente se empieza a dejar atrás el infierno de la adicción.
En estos seis meses, in crescendo y de modo exponencial, se han ido sumando, entrelanzando y superponiendo proyectos de toda índole en mi vida que hoy son toda una realidad.

No es eso lo que más me alegra.
Lo que más me alegra son las personas que han regresado a mi vida con fuerza, las que he he encontrado en el camino y se han quedado a mi lado y las que miran con ojos críticos pero constructivos lo que hago.
Para ellas va este texto, esta medalla otoñal que ya, pase lo que pase, guardaré como oro en paño en lo más profundo de mi corazón.

Por lo pronto prefiero poner la mirada en el horizonte que revolcarme en las aguas del pasado que, aunque cristalinas, ya han cumplido su cometido.

Seis meses más.
¿Navegaréis conmigo hacia el año?

viernes, 14 de octubre de 2016

The King in the North




The King in the North:

Tema realmente inspirador titulado 'Song of the north', de BrunuhVille y cantado por Sharm.





LETRA


A raven flies into the moonlight
The cold storm snow
He knows the message has to arrive
The kingdom will burn to the ground

The witches and demons have come to deny
The beauty and peace of our homeland
We know the message has to arrive and
The King of the North will rise


jueves, 6 de octubre de 2016

Día 14: Huevo (Starcraft)





El marine avanzaba cautelosamente por el sendero de tierra que se adentraba en la zona enemiga.
Algo sorprendido por la total ausencia de resistencia al grupo explorador que conformaban él y sus compañeros, comenzaban a escucharse algunas mofas por parte del resto de soldados.

– ¡Mearse en la colmena merece la pena! – Las risas tímidas dieron paso a sonoras carcajadas cuando Barry Thompson dejó escapar su ocurrencia.
Claymore, jefe de la unidad visiblemente exacerbado, trató haciendo una serie de aspavientos con sus brazos ocupados por su gran rifle que guardasen silencio.

No le gustaba tanta tranquilidad en el entorno.
Un pequeño montículo parecía delimitar el acceso a un páramo abierto en el terreno.
Cuando hubieron alcanzado el punto para contemplar el lugar, no fue necesario que Claymore ordenase silencio para que éste cayese como una tumba sobre la unidad.

Cientos, más bien miles, de huevos zerg se amontonaban por el terreno, abiertos y sospechosamente aún viscosos.

Unos minutos después algunos soldados comenzaban a desfallecer ante el ritmo con la que la unidad se batía en retirada hacia el campamento base.
Lo que a sus espaldas había comenzado como un lejano rumor se había tornado en un ruido ensordecedor.
Esos malnacidos les pisaban los talones.

Cuando Claymore, al ver la fortaleza a lo lejos, comunicó, vaciando sus pulmones voz en grito, que abriesen las puertas, no tuvo tiempo de contabilizar cuantos de sus compañeros habían quedado atrás.
Sólo se escuchaban gritos desgarradores, auténticos alaridos de dolor que se perdían en el torbellino de guturales sonidos de los incontables Zerglings.

Mientras los supervivientes vaciaban sus cargadores contra la plaga, valoró sintiendo un escalofrío las escasas posibilidades que la fortaleza tenía de resistir esa brutal ofensiva del enemigo.






martes, 27 de septiembre de 2016

Una despedida agitada




Las lágrimas caían por sus mejillas en un riego constante ahora que cierta relajación había llegado a ella desde que, unas horas antes, el ocaso había mecido con mimo el final del día.

Anna no acababa de ser consciente de que el entierro había sido de su hermano.
El cuerpo sin vida que se había grabado en su retina, aún morado por la cantidad de horas que había pasado en las invernales aguas del cabo, no acababa de asociarse a la idea de que la tenue luz amarilla de lo que había sido el hogar de Víctor ya no iba a iluminarle más.

Apuraba el tercer café de la madrugada.
Había decidido, en estado de shock, pasar la noche en la casa. Como despedida, pues el dolor de su pérdida era algo que debía esforzarse por dejar atrás.
El tic tac del reloj de su abuela marcaba el compás del hilo de sus pensamientos. Recordaba que Víctor no lo soportaba. 
Esbozó una sonrisa al llegar a su mente la imagen de su hermano enfurruñado, como tantas y tantas veces ocurría por una cosa u otra.
Lentamente, su divagar la condujo a multitud de recuerdos de infancia en los que la casa parecía cobrar vida brillando con luz propia, pues su familia había veraneado allí durante muchos años.

Hasta que el reloj sonó.
Como una grave y súbita colisión de campana, Anna fue arrancada de su ensimismamiento sintiendo como el corazón le pegaba un brinco.
No recordaba haber activado la gran estructura del reloj para que eso ocurriese.
Intrigada, se levantó quejumbrosamente del sofá, pues ya llevaba varias noches sin poder dormir. Acercándose al mecanismo, sin saber qué aconteció en primer lugar, un escalofrío recorrió toda su espalda cuando, mientras contemplaba como la palanca de las campanadas había sido empujada, una dulce y antigua melodía de cajita de música comenzó a sonar en algún lugar del piso de abajo de la casa.

Apretó los dientes y trató de tranquilizarse.
Inspiró y expiró, justo antes de armarse de valor y, habiendo desconectado el reloj, descender las escaleras de la casa para encontrarse frente al pasillo en penumbra que comunicaba con las habitaciones. Pues de allí venía el liviano sonido de la musiquita.
Sintiendo como el miedo atenazaba su cuerpo, haciendo pesadas sus piernas y adormilando la planta de sus pies, caminó hasta un interruptor que se le antojó muy lejano y encendió la luz.

Al entrar en el dormitorio de su hermano, la música dejó de escucharse.
Allí estaba, como siempre, cerrada en la mesita, la cajita de música.
Sintiendo como el escalofrío renovaba segundo a segundo su considerable intensidad, cayó en la cuenta de que las piernas le flojeaban tanto que le habían entrado ganas de orinar.
Encendiendo todas las luces de la planta baja, suspiró de alivio al comenzar a hacer pis en el lavabo de la entrada.
La puerta corredera permanecía cerrada mientras Anna posaba su vista sobre los diferentes rincones del servicio.
No obstante, una pequeña rendija permanecía abierta fruto del mal cierre.
Cuando su mirada fue a dar con ello, volvió a ponerse en guardia.
Se sentía, de algún modo, observada.
Y una extraña sombra parecía dibujarse al otro lado de la puerta.
Cuando hubo acabado sus necesidades, estiró su largo brazo resuelta a acabar con toda la tontería que le estaba pillando.
Pero lo que se escuchó fue su sonoro grito de pánico cuando, tras el brusco chasquear del cierre de la puerta al ser abierta de golpe, Anna contempló una translúcida figura mirándola fijamente, con los ojos muy abiertos, al otro lado.

Tan solo por un instante de hecho.
Pero lo suficientemente largo para ella como para que apenas unos segundos después, con el corazón acelerado golpeando con fuerza su pecho, se encontrase ya en el piso de arriba totalmente en guardia.

Entonces se escuchó la sonora pisada de un escalón.
De un segundo.
De un tercero y un cuarto, cada vez más cercanos.
Anna rompió a llorar tirándose a uno de los sofás, tapándose la cara con un cojín.
Cuando de repente sintió como algo acariciaba el contorno de su brazo, había sobrepasado tanto el terror que la atenazaba que apenas sintió nada.
Se quedó ahí, llorando, sintiendo las caricias casi en forma de abrazo, hasta que llegó la luz del alba.

– Ven conmigo. – Anna no necesito más palabras para reconocer la voz.
Apartando lentamente el cojín de su vista, contempló la abatida figura de su hermano, que sin embargo esbozaba una sonrisa de consuelo.

Antes de que el sol saliese, Anna caminó por las afueras que conformaban la zona costera donde se encontraba la casa. Lo hizo hasta llegar a la zona donde un búnker encumbraba un sinfín de acantilados que, esa mañana de invierno, presidían el violento chocar del oleaje del mar contra las rocas.

Hermana y hermano se quedaron mirando el horizonte, sintiendo el rozar de sus manos.
Entonces Víctor la miró con ternura.
Parecía despedirse, cuando de pronto comenzó un lento caminar.

Anna no le siguió.
Se quedó mirando sintiendo como el consuelo danzaba con toda la pena que aún albergaba su interior.
Cuando la figura de su hermano se precipitó por el acantilado más cercano, expiró sintiendo un último y trémulo escalofrío por todo su ser.

Ahora sí, sintió que se había ido del todo.

La casa quedó abandonada.
Anna no contó su experiencia, pero había sido la única que había necesitado de pasar un tiempo allí, estando como estaba todo tan impregnado por el día a día de su hermano.
Mientras el invierno avanzaba, acabó por llegar la fecha del cumpleaños de Víctor.
En la ciudad las caras tristes buscaban consuelo en las miradas de su familia. 

Durante cada hora, una campanada sonaba proveniente del gran reloj de la casa de playa.
Sin que nadie pudiese escucharla.

martes, 20 de septiembre de 2016

Regreso al País de Nunca Jamás




¡Hola niños perdidos, piratas y hadas!

El blog ha estado sin actualizaciones durante un tiempo, y eso se debe a que he estado de vacaciones en un mágico lugar del País de Nunca Jamás.

He preparado un pequeño montaje para que os podáis hacer una idea del nivel de inspiración que he acumulado para intentar que aquí no falten novedades en ninguna de las secciones durante un buen tiempo.







¿Que cómo se llega?
Pues igual que hasta aquí.
Volando desde la segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer ^^

martes, 6 de septiembre de 2016

Día 13: Comida (Streets of rage II)




Cuando un gordo ataviado con camiseta blanca ceñida y tirantes se acerca correteando hacia ti escupiendo una llamarada de un metro de su boca.
Cuando mujeres que hacen sonar sus tacones, esgrimiendo un látigo eléctrico contra ti.
Cuando indeseables de la calle se abalanzan sobre ti, armados con bates, cuchillos, tuberías y todo lo que el lugar aporte.
Cuando innumerables motocicletas hacen rugir sus motores antes de envestirte, desde las cuales vuelan granadas en un espectáculo ensordecedor del que debes salir a mamporro limpio.

Cuando todas esas circunstancias se dan, una detrás de otra, entonces la comida resulta más que bienvenida.
Axel Stone se encontraba frente a un pollo asado entero, de una pinta estupenda. Al pasar por encima de él, sintió como su energía se restauraba por completo.
Tuvo más que claro lo que debía hacer.
Se dirigió a donde Blaze, a la desesperada, trataba de liquidar a un kickboxer que se había aliado con varios ninjas. Acorralada, lanzaba ondas de energía, a punto de desfallecer.

Al pasar por su lado, Axel se agachó y lanzó un puñetazo que lamió con fuego el asfalto que precedía al grupo de enemigos.
Cuando se dieron cuenta, ya era demasiado tarde. El puñetazo se fue elevando hasta lanzarlos a todos por los aires, abatiéndolos dado el castigo físico al que se habían visto expuestos en su intento de aniquilar a su bella y feroz compañera.

Por último, derribó una máquina recreativa cercana.
Una apetitosa manzana estaba oculta en su interior.
Se apartó, pues Blaze se acercaba con una resolución y una mirada que hacía suya esa comida.