domingo, 27 de abril de 2014

Una mirada al pasado



Un solo vistazo y apartas la vista.
El cuello de tu amada en tu mano, que aprieta firme dispuesta a discernir si vive o muere, si cae rendida a tus pies de modo romántico o macabro, si respira por última o primera vez ante la maldición de tus ojos impregnados de una ira que no tiene origen, que no tiene fondo ni piedad.

Has bebido, has bebido tanto que has perdido la noción de lo que es real y lo que no lo es.
Estás en el filo de la navaja, ese filo que puede salvarte o condenarte para siempre. Y lo estás por obligación. Tienes que ponerte bien para poder amar a alguien. A un simple ser humano o a un sencillo animal. Tienes que ponerte mal para poder estar bien algún día.
Y repites y repites. Oscilas en un macabro bucle de energía positiva y negativa, desgastando a tu pareja, haciéndola reír y cada vez más sufrir.

Un sufrimiento producido por tu propia ira. Un sufrimiento que empieza con un pequeño agujero en el suelo, para ir progresando hasta cavar un gran túnel que se adentra en las profundidades del alma hasta perderse en una especie de agujero negro que, una vez abierto, todo lo absorbe para hacerlo desaparecer destruyéndolo para siempre. Has creado el arma definitiva para dilapidar cualquier sentimiento que te uniese a ella, y aún así, peleas.

Lo incendias todo, le prendes fuego hasta el más mínimo detalle, para que todo se calcine, para que solo las cenizas reinen en un palacio de amor que un día construiste junto a ella, y aún así, queda esperanza. Ella no se va. Porqué cree en ti, cree en la promesa de lo que puedes llegar a ser.
Pero no estás por la labor, te mantienes en el filo jugando a la de cal y a la de arena, a la puñalada y a la caricia, a la espina y a la rosa.

Años pasan recrudeciendo el macabro juego. Cada vez un poco más fuerte, estrangulas el imaginario cuello de tu pareja haciéndole ver que no hay esperanza, mientras tu mirada, tu corazón y tu alma afirman todo lo contrario. Juegas hasta hacerlo real, y ahí, cuando te encuentras con la mano en su cuello y tu subconsciente manejando los datos, ahí te das cuenta de que apenas eres ya humano. Que has ido demasiado lejos en ese filo de la navaja, y que quizá ya ni haya posibilidad de darse la vuelta y regresar.

Ella se aleja dejando tras de sí un sendero de verdaderas lágrimas. Lágrimas de desamor, de desasosiego, de desesperanza y de puro dolor. Se aleja mientras tu corazón ansía por encima de todo asirla por el brazo y besarla, mientras tu mirada de fuego permanece impasible contemplando la marcha. El causante de la chispa inicial, del fuego primerizo, del brutal incendio, contempla tranquilo el resultado final de su triste hazaña.

No entiendes nada. Quieres resolverlo, pero un libro, un relato, una autobiografía, se interpone entre ella y tú. Compartes fines de semana mientras lo diseñas y, cuando al fin lo publicas, tu cabeza estalla en mil pedazos llameantes. El incendio, que pretendías controlar, se vuelve aún más agresivo, de raíz más perversa. Lo destruye todo a su paso ante tu atónita mirada.

Meses después una tímida lluvia pretende arreglarlo todo. Más... ¿Cómo? No llegan las respuestas a las tímidas gotas que caen del cielo.
Caen susurrando... Stela despierta y vuelve... Silvia abre los ojos que estoy aquí...
Pero no hay respuesta.
Hace tiempo que marchó, y frente a ti solo tienes las sombras disecadas del reguero de lágrimas que dejó tras ella cuando tú, furioso e impasible, la dejaste marchar.


Aunque aún la quieras con todo tu corazón.



2 comentarios:

  1. Como ya te he dicho es un "relato" muy triste.
    Es muy triste que para que estés bien tengas que destruirlo todo a tu paso y después te encuentras solo.
    Pero lo importante es no rendirse nunca, nunca se sabe lo que te deparara el futuro y lo mas importante es aprender del pasado, sobretodo de los errores para así intentar en lo máximo posible no volverlos a cometer.
    Ahora lo que debes hacer es mirar hacia delante, no hacia atrás, porque mirar hacia atrás no es bueno si te obsesiona, cuando estés bien contigo mismo y con los demás, entonces podrás mirar hacia atrás sin miedo.

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    1. ¡Pues a mirar hacia delante e intentar no cometer todos aquellos errores!
      Un besazo

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