El vacío existencial es la arma más peligrosa y efectiva de la
que goza la soledad. Juega con ella en una especie de combate de
esgrima con nuestra alma.
Quienes logran vencer dicho combate disfrutan de una soledad
plácida y placentera, en la que consigo mismos danzan al ritmo que
marca la vida.
Otros, en cambio, sucumben al pozo que conduce al gran abismo. En
esa caída por el túnel del vacío existencial, sueñan en el oscuro
pozo con que las drogas o la fe podrán rescatarlos de tal situación
de emergencia. Algunos son rescatados. Otros en cambio, agotan su
tiempo en el pozo para caer totalmente a la deriva por el gran
abismo, ése que una vez te traga rara vez te deja ir y, de hacerlo,
lo hace habiéndote herido casi mortalmente para que te arrastres en
vida.
Escribo estas líneas desde el segundo punto de vista. Desde que
nací que la soledad representa un infierno para mi. Hace tiempo que
la oscuridad me tragó y que caí por el pozo que conduce al abismo.
Ahora, años después, parece que las tenues luces de algunos
farolillos generosos me indican el camino de vuelta a la realidad,
para que desde ella pueda hacer de mi infierno un paraíso, como
tantas otras personas logran hacer día a día.
El lento caminar por los senderos de la vida lo hace uno mismo en
soledad, siendo acompañado, en ocasiones escuetamente y en otras de
modo más longevo por compañeros de viaje.
Una esposa o un marido, una novia o un novio, una hija o un hijo,
son regalos de la vida que complementan nuestra soledad como armas
vengativas a la del vacío existencial. Escudos más bien, para
resistir las duras y constantes acometidas de una soledad que no
descansa ni duerme, ni tiene necesidad alguna de cesar en su empeño
de materializarse en nuestro interior, haciéndose notar para bien o
para mal.
En un mundo hiperpoblado, resulta curioso que haya espacio para
Soledad. Inicio su escritura en mayúscula porqué, así como los
seres humanos podemos personificar nuestra resolución, nuestra
rectitud, nuestra consciencia, esperanza o ilusión, nuestra cobardía
o nuestra temeridad, del mismo modo podemos personificar a Soledad
para poder hablar con ella y saber qué nos tiene preparado en todo
momento.
--- ¿Qué te angustia? --- Preguntó en ese momento Soledad.
--- Estar contigo. --- Respondí sin vacilación.
--- Pero si yo no existo... --- Respondió algo atónita Soledad.
--- ¿Entonces de donde nace mi vacío existencial, mi ausencia de
aplomo? --- Tanteé.
--- No entiendo esas cuestiones, basta con que te mires al espejo
para despejar muchas de tus dudas. --- Soledad parecía muy
convencida en ese último punto.
Y así hice, me planté delante de un espejo y contemplé mi
rostro, mi cuerpo y mis ojos. Lo hice de un modo analítico, y cual
fue mi sorpresa al comprender que tenía ante mi al reflejo de
Soledad. Que cada ser vivo, en su reflejo, es su propia Soledad. Nos
acompaña hasta tal punto que mora en algún punto de nuestra
misteriosa mirada, naciendo toda su esencia de nuestro interior.
Volví a preguntarme acerca del vacío existencial, de cómo
había llegado a causar tanta mella en mi, de cómo había estado a
la deriva en el gran abismo, y llegué a la conclusión de que solo
Soledad había estado en realidad constantemente a mi lado. Es decir,
que solo me había tenido a mi mismo, sin saberlo, durante mucho
tiempo.
Aprender a quererse, querer cuidarse, cuidar de uno mismo parecían
ser ahora los pilares de ese personaje imaginario llamado Soledad.
Nunca había sido la enemiga.
El verdadero enemigo somos nosotros mismos, que con nuestros
tambaleos y flaquezas abrimos las compuertas de la tristeza y la
melancolía, y es cruzando ese umbral que accedemos al negro pozo que
conduce al abismo.
La soledad puede ser infierno o paraíso. Sabiendo eso... ¿Quién
quiere arder entre las llamaradas de su ira y su frustración
habiendo elección?
Si hay elección, elijo el paraíso de una soledad que, siendo el
reflejo de mismo, aún le queda mucho por limpiar, mucho por pulir y
mucho por moldear.
Me ha gustado porque haces personificar una essencia y le sacas todos los peros, además de la profunda percepción que le puede llegar a uno o a todos en general.
ResponderEliminarMe alegro de que te guste.
EliminarMe ha gustado mucho, y como te he dicho mil veces todos tenemos que aprender a convivir con la soledad e incluso puede llegar a gustarte ^^.
ResponderEliminarLa soledad no tiene porque ser mala, te enseña a quererte a ti mismo y a seguir adelante sin la necesidad de cogerte a otra gente.
Tienes mucha razón en tus palabras. ¡Me alegro que te haya gustado!
EliminarMuy bueno. La soledad no es necesariamente mala. Es como una herramienta; si se la usa con prudencia se pueden hacer grandes cosas. El problema está en que la soledad tiene mala fama porque muchos le han conferido la misma.
ResponderEliminarConstantemente estamos bombardeados con imágenes de en las cuales la soledad es visto como algo malo. Sin embargo, es en ese estado en donde uno mismo se descubre, algo que no se puede hacer completamente cuando está acompañado, independientemente si la compañía es mala o buena.
Nos han dicho que amemos a nuestro prójimo como a uno mismo, pero si para amarse a uno mismo tiene que hallarse en soledad momentáneamente para conocerse bien, ¿por qué siempre se dice que la soledad es mala? ¿Acaso desean que nunca nos descubramos?
Dejando esto de lado, buen blog. Hay otros relatos que me han gustado.
¡Sigue así!
Menuda contradicción expones Nahuel. Muy bien visto, y muy cierto que la soledad está muy maltratada por la sociedad en general.
EliminarGracias por los ánimos y por tu tiempo en leerme, me alegro que haya sido de tu agrado.
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No tengo palabras. Sólo puedo decir que me ha sido muy útil y, ¡como no! me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMe alegro que te haya sido de utilidad y de que te haya gustado. Tengo ganas de que empieces con www.proyectocabanya.blogspot.com
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