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3.12
Arza era un hombre de poblada barba
negra y pelo repeinado hacia atrás, siempre con el añadido de
varios aceites que le daban un aspecto de decidido emprendedor.
Los negocios se le daban realmente
bien, y se defendía de un modo excelente como mujeriego que era.
Su capacidad de decisión ante los
variopintos problemas que le lanzaba la vida era prácticamente
instantánea y muchas veces acertada.
Vagaba por una serie de poblados
ubicados al oeste de Nueva Pax, que aunque sabedoras del gran daño
que había causado a sus tierras la caída de la ciudad de Verdis,
trataban de subsistir con los escasos medios disponibles.
Arza parecía aprovecharse de ello para
saltar de éxito en éxito.
Sin embargo no era un hombre
superficial como podría parecer.
La falta de un objetivo mayor para una
vida que llegaba a considerar aburrida lo tenía hastiado y
permanentemente molesto, aunque su cuidado vestuario y elegante porte
no lo denotasen.
Nunca pensó en enfrentarse a ningún
condenado, consciente de que en tales casos la huida era el único
método de salvación.
Hasta que un día, mientras se
desplazaba por el interior de un pequeño bosque que unía dos
pequeñas localidades, una voz causó que detuviese su firme paso.
– Arza, ¿Qué esperas de esta vida?
– Su pulso se aceleró notablemente dado que la voz no provenía de
los alrededores a ras del suelo, sino de todas partes, incluso de las
copas de los árboles más altos. Lejos de asustarse, contestó
airosamente.
– Poder ser de utilidad en algo que
merezca realmente la pena.
Se hizo el silencio en el bosque. Un
silencio sepulcral que a Arza se le antojó una eternidad. Temía en
ese instante que la voz hubiese sido una alucinación cuando de nuevo
volvió a hablar, resonando con más claridad por todo el lugar.
Un tiempo más tarde, Arza meditaba
profundamente acerca de lo que había escuchado. De la propuesta que
se le había hecho.
Si bien los poderes que se le ofrecían
no tenían parangón, su uso a favor del bien del bosque le limitaban
sobremanera.
También estaba lo del mago desconocido
con el que tendría que reunirse en un lejano futuro, cuando las
hordas de lo Oscuro hubiesen acabado con prácticamente todo rastro
de civilización al oeste de Nueva Pax, zona de la que Arza nunca
había salido.
El mago al que prácticamente tendría
que servir, poniendo a su disposición todas las habilidades que
fuese reuniendo en ese tiempo.
Si bien era cierto que no le
entusiasmaba la idea de la sumisión, también lo era que tenía
enfrente lo que toda su vida había realmente estado buscando.
La forma del bastón al que el bosque
le había conducido le recordaba sobradamente a su personalidad.
No podía ser una casualidad, realmente
había estado siendo pacientemente observado durante toda su vida,
hasta llegar a este decisivo punto.
A una larga soledad se le sumaba una
larga vida, mucho más longeva de lo normal, que algún día deberían
terminar al recibir Arza las instrucciones para partir a los bosques
del norte, donde se produciría el anunciado encuentro con el mago
elegido para librarlos a todos del cada vez más aplastante dominio
de lo que crecía y crecía en la otrora bienaventurada ciudad de
Verdis.
El bosque le habló largo tiempo de su
pasado, de lo impresionante del bosque de Grynn, donde durante tantas
eras se hizo sabio y antiguo, para ahora quedar reducido
prácticamente a una ínfima parte en los escasos bosques que
quedaban sanos en el norte.
Arza practicaba más y más hechizos,
hasta que un día se vio con la oportunidad que tanto había
esperado.
Una horda de condenados estaba cercando
su posición.
La reacción del anterior Arza, aquel
hombre de cuarenta años que resolvía casi impulsivamente los
problemas, hubiese sido sin duda arremeter en una gran batalla contra
los condenados hasta no dejar rastro de ellos.
Sin embargo, apoyado en su bastón y
acariciándose el mentón, Arza el mago supuso que las largas charlas
que había mantenido con el bosque habían apuntado siempre en la
dirección de amainar su carácter y su deseo de acciones
resolutivas.
Ahora su misión era otra.
De modo que Arza se escabulló de
aquella escena y lo siguió haciendo durante largo tiempo, tanto que
incluso la voz del bosque se apagó y requirió de su más amplia
dote de paciencia para poder soportarlo.
Finalmente la voz volvió a hablarle...
Para darle la señal.
Cambiado y en permanente estado de
concentración, Arza partió hacia los bosques del norte.
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Menos mal que Arza al final sucumbió a las ordenes del bosque...si se llega a enfrentar impulsivamente a los condenados, pobre de él!
ResponderEliminarMe gusta y me engancha! Hasta el próximo capítulo! ;)
Pues ya solo nos queda Qartan... Ya que Ymka y Miku tienen su espacio en capítulos anteriores.
Eliminar¡De modo que un episodio más y nos vamos al capítulo 4, que está bien repleto de emociones fuertes!
Un abrazo
Curioso personaje, capaz incluso de cuestionar el poder ante la posibilidad de pérdida del liderazgo. Bien que por fin lo acepte y lo asuma. Seguramente estamos ante uno de los personajes más peculiares y potentes. Seguiremos atentos.
ResponderEliminarIremos viendo... El próximo episodio tratará de Qartan y ya nos vamos a un capítulo 4 mucho más cargado de emoción.
Eliminar¡Un saludo!
Arza me recuerda a alguien que nunca hace caso a los consejos de los demás XD suerte que ha "cambiado". Haces bien en dar a conocer mas estos personajes, aunque para mi gusto me gusta mas Herzel ^^
ResponderEliminarHêrzel será seguramente el mejor consejero.
Eliminar¿Así que Arza te recuerda a alguien eh? Jajaja
Un abrazo, ya está disponible la historia de Qartan ^^