sábado, 10 de mayo de 2014

Astral: La primera voz




Cuando Betheos despertó, a todo el mundo le pilló por sorpresa.
El planeta se comunicaba con sus especies, dando órdenes de como debían coexistir para un futuro mejor para ambos.
Betheos es un planeta volcánico, gigantesco en comparación a los que solemos conocer en nuestra galaxia, y sus habitantes eran duros como el hierro.
No fue, no obstante, suficiente la característica como para que no se arrodillasen ante su nuevo, único y verdadero Dios, que era Betheos, la tierra que pisaban, las montañas que contemplaban, los volcanes que los castigaban.
Betheos prosperó siguiendo todos las indicaciones de éste, y llegó a convertirse en un imperio llamado Astral, pues sus habitantes controlaron el dominio de los cielos estelares y colonizaron a todo el sistema solar de doble sol.
El dominio de Astral duraba bajo las órdenes de Betheos, el primer planeta al que se le recuerda despertar en consciencia. Sabía cuando debían colonizar y cuando cuidar, cuando sembrar y cuando destruir.
Así pasaron miles de millones de años, con Betheos viendo como se erguía en su superficie todo un sistema de templos con los que los poco longevos habitantes pretendían demostrarle su lealtad absoluta.
Pero Betheos tenía otros planes. Le aburría su existencia, atrapado en la misma vorágine existencial cíclica que ya se sabía de memoria. Los habitantes celebrando los ciclos mediante los cuales Betheos giraba alrededor de los dos soles, adorándole sin faltarle al respeto, pero sin comprender el verdadero enigma de su planeta, su enigmática soledad.
Betheos pensó que, si había logrado comunicarse con sus habitantes y sus especies, también de un modo parecido podría comunicarse con otros planetas en su misma o parecida situación. De ese modo pasó a centrarse en el espacio exterior, olvidando lenta pero inexorablemente a su propio destino y su propio sistema.

Tanto lo olvidó, que en su furia por no obtener respuesta del universo exterior, calcinó toda la superficie de su planeta en una apocalíptica sucesión de erupciones volcánicas a la que ni siquiera prestó atención.
Así quedó Betheos, solo y a la espera, cubierto de lava, enfurecido y danzando alrededor de sus dos soles, aguardando el momento en que algún planeta despertase y tomase consciencia de sí mismo.
Tanto esperó que una lluvia ácida comenzó a peinar su superficie, pues conformaban sus lágrimas de soledad que a su paso extinguían todo atisbo de vida posible.
Cuando las tormentas hubieron pasado, Betheos era una horrible caricatura de sí mismo, no quedaba ni rastro de Astral salvo flotantes artefactos en órbita por el sistema y éste no cabía en si de dolor.
Ahí fue cuando gritó.
Su voz fue escuchada por prácticamente todos los confines de la galaxia, y al cabo de algunos miles de años, cuando Betheos ya lo daba todo por perdido, comenzaron a llegar las primeras voces a sus sentidos.
Eran planetas jóvenes y lejanos, pero era ya todo un logro.
Juntos volvieron a formar Astral, esta vez sin seres vivos atados a la superficie de ningún planeta. Astral sería la combinación de cuantos planetas despertasen, y juntos guardarían las galaxias con más atino que los prepotentes soles que creían tener todo el poder en sus manos.
Betheos tenía un plan.
La primera parte se había cumplido, el despertar ante la primera voz.
Ahora tocaba arrebatarles el control a los soles, cuyo estallido múltiple se blandía como una guadaña de muerte sobre todo Astral.


Betheos ya no estaba solo. Su superficie era ya solo un cúmulo de muerte y gas venenoso, pero su alma latía con la vida de mil soles.


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6 comentarios:

  1. Interesante e incipiente desarrollo del relato anterior. Nos vamos a una escala cósmica superlativa donde sí, el planeta consigue la comunicación, pero a un precio terrible. Toda vida es energía y, en el orden universal, esa energía no se crea ni se destruye. Así pues bienvenida esta continuación, a expensas de la reacción estelar ( soles ), Ya que, si puede una planeta... . En fin, me gusta, a ver si esto se desarrolla ya que da para una saga gigantesca,

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    1. No se para lo que dará, de momento me complace que siga siendo de tu agrado.

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  2. Pues por ahora tiene buena pinta y me gustaría saber como continua, si los planetas al final consiguen vencer a los soles o acaban como Betheos "destruyéndose"

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  3. Un ejemplo más de tu extraordinaria capacidad literaria. En definitiva, toda tu obra es sublime y prometedora.

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