Víctor estaba severamente afectado.
Si bien el hámster que su hermana le
había regalado por Navidad le había hecho gran ilusión, una visión
relampagueante de su persona, solitaria en un lúgubre y oscuro hogar
con la rata, le había asaltado sin explicación.
Ya había tenido hámsters en el
pasado, de modo que cuando llegó a su casa con su nueva compañera
Hope, Víctor jugó un rato con ella y disfrutó viéndola hacer
girar su ruedecita, comiendo y bebiendo como buenamente intentaba la
criatura de apenas dos meses.
Tras eso, ya recuperado y más
contento, Víctor se fue a dormir.
Despertó de madrugada con la jaula en
las manos. Hope se ahogaba en arena. Cuanto más sacudía la jaula
para esparcirla, más se llenaba. Con sumo cuidado, agarraba a su
mascota con los dedos para así desenterrarla de una muerte segura.
Finalmente la dejó en el suelo.
Hope se movió, un metro apenas. Escapó
una y otra vez de su agarre saliendo a la calle tras cruzar la puerta
abierta. Pasó incontables horas persiguiéndola, hasta que
horrorizado vio como la ratita se colaba hacia un descampado.
Hacía frío, y persiguiendo a un
saltamontes y una lagartija, Hope se desvaneció.
Estamos en Navidad, hombre, je,je... . Los sueños, sueños son así que confiemos en que a la ratita le vaya muy bien y pronto nos de alegrias. Saludos
ResponderEliminarClaro que sí :D
Eliminar¡Gracias por leer y comentar, feliz Navidad!
Hola de nuevo, Victor,así es la vida, pero a lo mejor la ratita es más feliz así y el regalo de Navidad ha sido su libertad
ResponderEliminar¡Tranquila que solo es el relato de una de mis pesadillas!
EliminarGracias por leer y comentar Paola :)
jajaja, leyendo el del otro concurso y ahora este queda clara la Navidad. Lo que fácil viene, fácil se va. Me quedo con esa moraleja. Un abrazo
ResponderEliminarUn abrazo Ana :) Buena moraleja, menos mal que tan solo se trata de un sueño...
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