Rehaciendo un territorio maltrecho en
mi mente,
no puedo evitar sentir su desolación
en mi corazón.
Me esfuerzo contracorriente en renovar
su paisaje,
sus verdes bosques que lucen todo tipo
de vegetación,
su clima que antaño era cálido...
Y hoy es frío, hostil y dolido en su
interior.
Recorro mentalmente su maltrecha
llanura,
exenta ya de vida por la época del
incendio,
siendo inmune a la lluvia de la pena,
al llanto de mi musa.
Cuánto costará restaurar mi ansiada
vida,
cuánto más debo caminar para respirar
ante una salida,
si los vientos me arrebatan la
esperanza,
a cada una de sus acometidas.
Quiero vencer al fantasma de mi pasado,
necesito plantarle cara pero se muestra
esquivo,
vive en el corazón enfermo de mi musa,
apagando la hoguera,
tornando sus llamas moribundas...
Difusas.
Me pregunto dónde estará ella, qué
sentirá ahora,
en el dulce reino desolado,
vive encarcelada mi musa.
Desterrada de mi abrazo,
lejana a mi calor,
solo me queda este juego,
esta vida que aprieta el gatillo
constantemente,
sin poder ver que se trata de una
ruleta rusa.
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