Recuerdas con los ojos empapados cuanto fue y nunca será.
Te cantan desde la realidad que es un acto inútil, sin sentido,
en vano. Pero tu recuerdas.
Te dejas llevar por la marea y acabas por aterrizar en el núcleo
de esos sentimientos perdidos, de esas sensaciones que ya no
acontecen.
Desesperado te hallas, asiéndote a fantasmagóricos umbrales por
mantenerte en pie. Son los fantasmas de un pasado que no volverá
pero que en su día estalló en unos perfectos fuegos artificiales
ante ti.
Recuerdas la sensación de sentirte vivo y con algo que ofrecer.
Lejana y cercana a la vez, esa sensación te empuja a seguir
deambulando por el océano de un inconmensurable mar de recuerdos, en
busca de un tesoro que no tiene cabida en la realidad en la que te
encuentras.
Posibilidades alternativas te invaden, pero no pierdes el tiempo
con ellas.
Te centras en la sensación de sentirte vivo, en los tiempos en
los que había esperanza.
Esos tiempos en los que siempre había que arreglarse para salir a
la calle, pues no se sabía que aventura iba a reparar el día o la
noche. Tiempos en los que nada estaba hecho pero todo quedaba por
hacer. Tiempos en los que los días no pasaban en balde, en los que
las noches estaban conectadas con las musas de un mundo imposible que
te alentaba a caminar.
No los recuerdes, dicen muchos.
¿Qué no he de recordar?
¿La llama imperecedera de amor por
los míos, a los que agasajaba con regalos?
¿Qué no he de recordar?
¿Qué no he de recordar?
¿Que hubo un tiempo en el cual todo era posible, y yo estaba por
moldear?
¿Qué no he de recordar?
Maldita sea. ¿Qué no he de recordar?
En los parajes más profundos de la mente todo es posible. No solo
en los sueños, donde el componente onírico desata las más
imposibles combinaciones, sino en la misma realidad, uno puede
imaginar, puede crear y puede creer en lo que su mente le está
diciendo.
Los verdes bosques que una vez existieron pueden y deben volver a
erguirse ante uno mismo.
La desértica espesura puede y debe rehacerse de los incendios que
una realidad alterada han provocado.
Las lágrimas vertidas sobre sucias calles pueden y deben retornar
a su mar en calma, donde toda aflicción puede ser ahogada, donde
toda pena debe ser tratada.
Todo un conjunto de factores que deben ser recolocados para que el
despertar acontezca.
Atrapado entre las fauces de lo que equívocos años provocaron,
te sientes débil y cansado, moribundo y marchito, pero debes
reaccionar.
Agarrarte a lo que sea, cualquier cosa que exista, para renacer. Y
si solo tus recuerdos, tan solo lo que añoras, queda para hacerte
sentir que tu corazón late dentro de ti, entonces adelante,
agárralo, sujeta bien firme todo cuanto fuiste para abrir los ojos
de nuevo.
No habrán habido lágrimas innecesarias, no habrá habido dolor
de más.
Estás ahí por tus propios logros y errores. Te arrepientes de lo
equívoco tanto como te enorgulleces de haber seguido el camino hasta
el final.
Pero no hay final. No puedes caminar muerto en vida por más
tiempo.
Recuerdos de Nunca Jamás te asaltan. No siempre fuiste así.
Debes abrir los ojos y volver a volar.
Debes abrir los ojos.
Si solo te queda el pasado, si solo te quedan recuerdos...
Abrázalos, mímalos, y de ellos algún día renacerás.
Pero tampoco es bueno quedarse estancado en el pasado, hay que mirar al frente por muy difícil que sea y seguir andando.
ResponderEliminarPueden haber mil aventuras mas, tienes mucho que dar y tienes recuerdos nuevos que crear.
Muy bien dicho Silvia, ¡Tienes toda la razón!
EliminarEs bonito recordar, pero para tener recuerdos hay q vivir. Así que achucha esa carpeta de recuerdos para q los nuevos quepan! ;)
EliminarBuen consejo Hada, aunque a veces cueste mucho dar ese achuchón a la carpeta...
Eliminar¡Gracias por comentar estos relatos que tanto guardan del pasado!
No hay que anclarse en el pasado.... pero a veces, el pasado duele mucho en el presente, aunque tengas que darles un manotazo, cada vez que aparecen, para que no trastoquen el presente.... y por ende.... el futuro...La mente puede ser muy dañina si nos dejamos llevar... por los malos recuerdos, si hay que recordar,.... mucho mejor los buenos, que siempre te sacan una sonrisa.
ResponderEliminarBuen consejo, Concepción.
EliminarTe lo agradezco de veras.
Pero, en efecto, el pasado a veces puede doler demasiado como para apartarlo de un manotazo.
¡Un saludo! :)