martes, 4 de agosto de 2015

Un claro entre Tierra y Luna: Capítulo IV



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Rowan le contó a Thomas en primer lugar cómo era en su interior.
Le habló de lo que sentía en los claros de Tierra, destellos en el camino como los llamaba.
Lo cierto es que Thomas no encontró mucha diferencia entre el estado depresivo en el que ya estaba sumido cuando toda aquella aventura empezó y lo que le estaba narrando Rowan.
Dormía gran parte del tiempo, meditando en un estado de semi conciencia acerca de lo que ocurría en las noches que su astro amparaba a los terrestres.
Cuando se producía un claro de Tierra despertaba y velaba por la marcha de todas las almas de seres luminosos que abandonaban sus cuerpos para iniciar el viaje.
No podía llorar, al menos del modo en que concebía el llanto Thomas, pero sí podía sentir desesperación y pena a su manera. Incluso a veces sentía lo que era el llanto causado por una nostálgica alegría.
Al final siempre pesaba más el hecho de que Rowan estaba solo, o sola, dando largos paseos por la superficie lunar como el que ahora tenía lugar con Thomas.
Los claros de Tierra eran hermosos pero tristes para Rowan, que en su belleza no hallaba el consuelo necesario para afrontar el paso del tiempo con entereza.

Thomas detuvo súbitamente el paso.
Se acercaba a su posición un pequeño cometa de espectacular cola.
– Se dirige hacia donde fue Joana. – Apuntó el extraño ser etéreo. – ¿Quieres ir en su busca?
– ¡Claro que sí, por supuesto! – Tras esas palabras Thomas salió catapultado a una tremenda velocidad que acabó por estabilizarlo en la cúspide del cometa, donde de nuevo las misteriosas burbujas que lo habían sacado del océano volvieron a hacer acto de presencia garantizándole una estabilidad a bordo del cuerpo celeste que escupía montones de polvo y gas.

Viajó. Viajó durante algo parecido a décadas sin sentir el peso de los años caer sobre él. El concepto del tiempo se le distorsionó hasta el punto de no importarle si eran minutos o meses lo que estaba transcurriendo cada vez que su vista se perdía en el vasto universo buscando rastros inexistentes de una Joana que, estaba claro, no iba a encontrarse a la deriva dentro del sistema solar.
De pronto, maldijo para sus adentros, visiblemente cabreado.
Tenía una teoría, de modo que se dejó caer del cometa y la burbuja lo condujo pasados unos instantes de nuevo junto a Rowan.
Éste había crecido muchísimo desde la última vez que había estado a su lado.
Desconfiado, Thomas saludó.
– ¿No ha habido suerte? – La voz de Rowan era ahora claramente de mujer. En la profundidad de su eco Thomas pareció adivinar algo familiar.
– ¿Qué quieres de mi? – Thomas sonaba resuelto, apretando los puños mientras hablaba.
Unas risas precedieron a la respuesta del ser de procedencia desconocida.
– Te he mostrado las maravillas que yo mismo llevo tanto tiempo admirando. – Su crecida silueta fue girando hasta situarse cerca de la mirada de un Thomas que tenía los ojos muy abiertos. Trataba desesperadamente de no pensar acerca de lo que había concluido, o no saldría de esa con vida, si es que aún la conservaba tras los últimos acontecimientos vividos. – Me gustaría que te quedases aquí, conmigo, para hacernos compañía mútuamente. Pronto tendré un cuerpo, cuál te gustaría que tuviese Thomas? – Rowan se acercaba más y más, el violeta de su núcleo era varios tonos más vivo que cuando lo conoció, y los naranjas exteriores parecían quemar como el mismísimo sol.

– Tengo que pensarlo, debo volver a casa.
– Mi transformación está cerca, Thomas, solo puedo darte tiempo hasta el próximo claro de luna. – Thomas asintió, aún esforzándose sobremanera para no quedar delatado. – Cuando se produzca, acude a la playa donde todo empezó y regresarás conmigo, a tu verdadero hogar.
Thomas sintió un escalofrío al escuchar esas palabras, pero sabía algo que de ser cierto requería de su acción a corto plazo.
– Relájate.
Rowan observó como Thomas quedaba de nuevo inconsciente e iniciaba su descenso plácido hacia la playa donde su ropa estaba esperándole dado que en realidad tan solo había transcurrido una noche desde que iniciara su aventura.

Al despertar, Thomas se incorporó de un brinco muy alerta. El amanecer estaba bien entrado y la luz del sol debería bastar para sellar su mente a Rowan.
Mientras se vestía, pensó en su pobre mujer, Joana, y el cruel destino con el que a buen seguro había topado.
Necesitaba hablar, pero no podía contar los detalles de su vivencia si no quería que le tomasen por loco.
Necesitaba a alguien experto en ciencias ocultas.
Tenía poco tiempo y mucho que averiguar.
Cogió su móvil y se dispuso a realizar algunas llamadas.
En su pecho, el corazón latía realmente acelerado.


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4 comentarios:

  1. Wow! Inquietante! Me fascinan tus descripciones, en serio. Transportas al lugar narrado. Se tomará en serio Thomas lo de volver a la playa?supongo que si, porque pide ayuda. La verdad es que si oímos decir a alguien esta experiencia le tomaríamos por chiflado, pero sé que los seres de luz existen. Lo sé. Yo sí que me lo creo. Cada vez me gusta más esta aventura...;)

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    1. ¡Gracias Hada!
      Me alegra que te veas transportada a los lugares que pisan los protagonistas, este relato contiene algunos bien especiales.
      Thomas parece ser que tiene por único objetivo ya el ayudar a Joana.
      Al ser de luz.
      Yo también me lo creo...
      ¡Un abrazo! :)

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  2. Esto se pone cada vez mas interesante y Rowan cada vez es mas intrigante. Me da que muy bueno no es y la forma que tomará...

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    1. ^^ Gracias Silvia.
      En el próximo capítulo se sabe mucho más acerca de la naturaleza de Rowan...
      Un abrazo

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