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Rowan le contó a Thomas en primer
lugar cómo era en su interior.
Le habló de lo que sentía en los
claros de Tierra, destellos en el camino como los llamaba.
Lo cierto es que Thomas no encontró
mucha diferencia entre el estado depresivo en el que ya estaba sumido
cuando toda aquella aventura empezó y lo que le estaba narrando
Rowan.
Dormía gran parte del tiempo,
meditando en un estado de semi conciencia acerca de lo que ocurría
en las noches que su astro amparaba a los terrestres.
Cuando se producía un claro de Tierra
despertaba y velaba por la marcha de todas las almas de seres
luminosos que abandonaban sus cuerpos para iniciar el viaje.
No podía llorar, al menos del modo en
que concebía el llanto Thomas, pero sí podía sentir desesperación
y pena a su manera. Incluso a veces sentía lo que era el llanto
causado por una nostálgica alegría.
Al final siempre pesaba más el hecho
de que Rowan estaba solo, o sola, dando largos paseos por la
superficie lunar como el que ahora tenía lugar con Thomas.
Los claros de Tierra eran hermosos pero
tristes para Rowan, que en su belleza no hallaba el consuelo
necesario para afrontar el paso del tiempo con entereza.
Thomas detuvo súbitamente el paso.
Se acercaba a su posición un pequeño
cometa de espectacular cola.
– Se dirige hacia donde fue Joana. –
Apuntó el extraño ser etéreo. – ¿Quieres ir en su busca?
– ¡Claro que sí, por supuesto! –
Tras esas palabras Thomas salió catapultado a una tremenda velocidad
que acabó por estabilizarlo en la cúspide del cometa, donde de
nuevo las misteriosas burbujas que lo habían sacado del océano
volvieron a hacer acto de presencia garantizándole una estabilidad a
bordo del cuerpo celeste que escupía montones de polvo y gas.
Viajó. Viajó durante algo parecido a
décadas sin sentir el peso de los años caer sobre él. El concepto
del tiempo se le distorsionó hasta el punto de no importarle si eran
minutos o meses lo que estaba transcurriendo cada vez que su vista se
perdía en el vasto universo buscando rastros inexistentes de una
Joana que, estaba claro, no iba a encontrarse a la deriva dentro del
sistema solar.
De pronto, maldijo para sus adentros,
visiblemente cabreado.
Tenía una teoría, de modo que se dejó
caer del cometa y la burbuja lo condujo pasados unos instantes de
nuevo junto a Rowan.
Éste había crecido muchísimo desde
la última vez que había estado a su lado.
Desconfiado, Thomas saludó.
– ¿No ha habido suerte? – La voz
de Rowan era ahora claramente de mujer. En la profundidad de su eco
Thomas pareció adivinar algo familiar.
– ¿Qué quieres de mi? – Thomas
sonaba resuelto, apretando los puños mientras hablaba.
Unas risas precedieron a la respuesta
del ser de procedencia desconocida.
– Te he mostrado las maravillas que
yo mismo llevo tanto tiempo admirando. – Su crecida silueta fue
girando hasta situarse cerca de la mirada de un Thomas que tenía los
ojos muy abiertos. Trataba desesperadamente de no pensar acerca de lo
que había concluido, o no saldría de esa con vida, si es que aún
la conservaba tras los últimos acontecimientos vividos. – Me
gustaría que te quedases aquí, conmigo, para hacernos compañía
mútuamente. Pronto tendré un cuerpo, cuál te gustaría que tuviese
Thomas? – Rowan se acercaba más y más, el violeta de su núcleo
era varios tonos más vivo que cuando lo conoció, y los naranjas
exteriores parecían quemar como el mismísimo sol.
– Tengo que pensarlo, debo volver a
casa.
– Mi transformación está cerca,
Thomas, solo puedo darte tiempo hasta el próximo claro de luna. –
Thomas asintió, aún esforzándose sobremanera para no quedar
delatado. – Cuando se produzca, acude a la playa donde todo empezó
y regresarás conmigo, a tu verdadero hogar.
Thomas sintió un escalofrío al
escuchar esas palabras, pero sabía algo que de ser cierto requería
de su acción a corto plazo.
– Relájate.
Rowan observó como Thomas quedaba de
nuevo inconsciente e iniciaba su descenso plácido hacia la playa
donde su ropa estaba esperándole dado que en realidad tan solo había
transcurrido una noche desde que iniciara su aventura.
Al despertar, Thomas se incorporó de
un brinco muy alerta. El amanecer estaba bien entrado y la luz del
sol debería bastar para sellar su mente a Rowan.
Mientras se vestía, pensó en su pobre
mujer, Joana, y el cruel destino con el que a buen seguro había
topado.
Necesitaba hablar, pero no podía
contar los detalles de su vivencia si no quería que le tomasen por
loco.
Necesitaba a alguien experto en
ciencias ocultas.
Tenía poco tiempo y mucho que
averiguar.
Cogió su móvil y se dispuso a
realizar algunas llamadas.
En su pecho, el corazón latía
realmente acelerado.
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Wow! Inquietante! Me fascinan tus descripciones, en serio. Transportas al lugar narrado. Se tomará en serio Thomas lo de volver a la playa?supongo que si, porque pide ayuda. La verdad es que si oímos decir a alguien esta experiencia le tomaríamos por chiflado, pero sé que los seres de luz existen. Lo sé. Yo sí que me lo creo. Cada vez me gusta más esta aventura...;)
ResponderEliminar¡Gracias Hada!
EliminarMe alegra que te veas transportada a los lugares que pisan los protagonistas, este relato contiene algunos bien especiales.
Thomas parece ser que tiene por único objetivo ya el ayudar a Joana.
Al ser de luz.
Yo también me lo creo...
¡Un abrazo! :)
Esto se pone cada vez mas interesante y Rowan cada vez es mas intrigante. Me da que muy bueno no es y la forma que tomará...
ResponderEliminar^^ Gracias Silvia.
EliminarEn el próximo capítulo se sabe mucho más acerca de la naturaleza de Rowan...
Un abrazo