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Sentía que la brisa, cada vez más
suave y fresca, acariciaba su empapado cuerpo mientras éste no
paraba de ascender.
El brillo ante el claro de luna era
cada vez más intenso, y su experiencia se basaba en una especie de
blanco infinito en el que podía moverse a su antojo, aunque siempre
con la sensación de estar en movimiento inexorable.
Trató de abrir los ojos con éxito.
Frente a él la luna era ya inmensa, y
las estrellas se habían multiplicado desde que no mucho tiempo atrás
las hubiese observado detenidamente desde la playa.
Una pequeña sensación de ahogo llegó
a Thomas cuando la altitud del ascenso se proclamaba excepcional.
Juntó las piezas y se hizo a la idea
de qué o quién era aquella voz.
Si había visto a Joana bien podría
ser la mismísima Muerte, que con su guillotina ensombrecía la luna
aquí y allá aguardando que su cuerpo ahogado pasase a pagar el
precio de su locura.
Harto de todo, escupió sobre el océano
que ya quedaba abajo a lo lejos en señal de menosprecio por haber
sido simplemente una última visión anterior a un certero final.
Sin embargo, no tenía demasiado
sentido.
En su fuero interno su corazón aún se
resistía a dejar atrás la única pista, el único rastro, que
quedaba de su difunta mujer.
Flotó durante un tiempo que se le
antojó una eternidad.
No así la visión de lo que acontecía. El
constante aparecer en el cada vez más iluminado universo de
múltiples estrellas y constelaciones lo embargaba haciéndole
sentirse un ser diminuto, mientras se preguntaba a dónde le
conduciría todo ello.
Ciñéndose al tamaño de la luna
estaba claro que, si es que no se dirigía hacia ella, pronto la
lamería al pasar por su lado.
Mientras, su vista se perdía entre la
elíptica galaxia que todo lo conocido por él contenía, pasando por
cantidad de asteroides y cometas que surcaban el cielo universal
dejando bellas estelas a su paso.
De algún modo le recordó a los bancos
de peces que bajo el mar le habían deleitado con su presencia.
– ¿Estás listo para venir conmigo?
– La voz sin dueño le sorprendió, conduciéndole desde el velado
sueño en el que creía estar sumido a un despertar brusco en el que
tuvo que inspirar profundamente varias veces para no morir ahogado.
Thomas ya no tenía nada que perder, de
modo que abrió su mente cuanto pudo, cerró nuevamente los ojos y se
dejó llevar, dentro de la gran burbuja que le estaba transportando
desde la profundidad oceánica de su planeta a un lugar desconocido
ya prácticamente adentrado en el universo profundo.
– Abre los ojos. – Hizo caso a la
voz, pero lo hizo lentamente. En su cabeza se mezclaban las imágenes
de varias calaveras y hoces, sin embargo lo que vio lo dejó
maravillado.
Veía el planeta Tierra como nunca
antes hubiese imaginado.
Por más que hubiese tratado de
expresar lo que sentía no lo hubiese logrado ni en todo cuanto le
restase de vida.
Allí estaba, con sus mares y sus
continentes, navegando por el universo rodeado de miles de millones
de puntos brillantes que a su vez efectuaban el eterno viaje de la
existencia.
De pronto cayó en la cuenta de que ya
no estaba solo.
Miró por el rabillo del ojo a su
derecha, y lo que vio le dejó más asustado que la visión de la
Muerte que había estado trabajando.
Algo... Gaseoso podría decirse, de
color violeta y anaranjado en sus extremos, se sostenía en el aire a
su lado efectuando movimientos semejantes a los de las estrellas de
mar al desplazarse.
– ¿Quién eres? – Preguntó
Thomas, hablándole al ser de la voz por vez primera cara a cara.
Sutiles fluctuaciones recorrían ese
cuerpo ingrávido cuando éste acariciaba el cuerpo de Thomas.
– ¿Dónde viste a Joana? – Probó
con otra pregunta.
Esta vez el ser sí respondió.
– La vi pasar, como a tantos otros. Seres
de luz, su alma brilla mucho más de lo habitual en vosotros. –
Hizo una pausa. – Perdóname Thomas, aún no me puedo creer que
estés aquí.
– Tú me has traído. – Replicó.
– Yo siempre ofrezco mi invitación,
pero lo cierto es que a nadie se le ocurre lanzarse a un océano cuya
fuerte marea te arrastrará a la perdición pudiendo observar con
calmado raciocinio un destello en el camino.
Thomas meditó acerca de esas palabras
que había cruzado con el extraño ser.
Joana... ¿Un ser de luz? No sabía que
significaba eso.
De pronto el brillo del extraño ser
pareció atenuarse, y descendió medio palmo la altitud que
conservaba sobre el suelo lunar.
– ¿Qué ocurre? ¿Tienes un nombre?
– El ser respondió con voz algo más cansada.
– No ha sido fácil traerte hasta
aquí. Me llamo Rowan, y me gustaría contarte una historia.
Thomas se enervó al insistir sobre lo
que le había conducido hasta allí.
– Quiero hablar de Joana, ¿Sabes a
dónde fue? – De pronto recordó lo que Rowan había descrito como
un destello en el camino. – ¿Qué es eso del destello?
Rowan se acercó a Thomas y la energía
que desprendía lo rodeó al dirigirse a él.
– La noche en que partiste hacia aquí se
estaba produciendo un claro de luna. Normalmente duermo, pero no
existe nada mejor que el dulce despertar de un destello en el camino,
es decir, lo inverso para mi. Vuestro planeta me ilumina como
vosotros podríais percibir en cualquier anochecer natural.
Rowan siguió hablando, contándole a
Thomas, consciente éste de que el extraño ser se despertaba por
completo a lo largo de los claros de Tierra, que era durante ese
destello cuando veía a la mayoría de almas partir.
En la inhóspita superficie lunar los
dos seres continuaron observándose detenidamente, aguardando a que
uno de los dos rompiese el hielo que el estupor inicial pudiese estar
generando.
Fue el ser quién lo fracturó con una
propuesta.
– Demos un paseo. Te contaré en qué
dirección se fue.
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Pues al final no es la muerte o eso se supone. Tengo ganas de ver como continua y que pasara con Thomas y su mujer y sobretodo saber que es realmente Rowan
ResponderEliminarMuy pronto sigo con ello, ahora creo que tocará un dibujillo ^^
EliminarUn abrazo Silvia
Ni por asomo he acertado la continuación de la historia..mejor! Me parece original e intrigante! Por cierto, me gustaría ser Thomas en ese momento que se mantiene flotando...mar, luna, estrellas...qué magnífico panorama! Con ganas de más! Un abrazo!
ResponderEliminarJejeje bien! Mejor contar con el factor sorpresa.
EliminarLa sensación de Thomas debe de ser de lo más especial.
¡Un abrazo Hada!
I see! Great and interesting post!
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