sábado, 15 de agosto de 2015

Gris fuego



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Maisy correteaba por entre los árboles mientras su amiga Leila sorteaba las copas de los mismos.

Maisy era una niña de apenas diez años, de pelo lila y ojos naranjas como el fuego.
Tenía la habilidad de crear fuego con su mirada cuando así lo desease.
Leila en cambio era un pájaro de color azul como el cielo en el que volaba.

Habían nacido al mismo tiempo, dando la casualidad que cuando el padre de Maisy entraba en casa con Leila para dar una alegría a su por entonces embarazada esposa, ésta ya se encontraba dando a luz.

La bestia en el bosque, que así la llamaba la niña, la había tentado en una ocasión con otorgarle el poder del vuelo a cambio del del fuego.
Pero Maisy recibía constantemente un riego de información y sensaciones de su amiga Leila, que le detallaba como era aquello de volar.
De modo que la niña no aceptó.

La bestia, no conforme con ello, indagó en los puntos débiles de los humanos hasta que tejió un maléfico plan, con el que podría al fin controlar el poder del fuego y así quemar a todos sus enemigos.
Comprendió que éstos se dividían en dos grandes grupos.
Los que perseguían el placer de la experiencia, para finalmente sentir la falta del tiempo a la hora de conocerse mejor e idear un plan de vida, conformaban el primer grupo.
Aquellos que, sin embargo, trataban de controlar su destino tejiendo planes desde la calma eran el segundo.

Así pues la bestia vio crecer a la niña, que se convirtió en una adolescente repleta de deseos para dar paso a una mujer más cauta.
Al cumplir Maisy los veinticinco años, la bestia estuvo segura de que su interior ya formaría parte de uno de los dos grandes grupos, para los que tenía sendas ofertas irrechazables.

– Hola de nuevo, Maisy. – Le dijo. – Te veo apenada.
Maisy llevaba en sus manos el cuerpo sin vida de su amiga Leila. Se limitó a dirigir una fugaz mirada a la enorme bestia, para disponerse a seguir con su paso.
– Aún puedes volar... Tan solo dame el poder del fuego y honrarás a Leila surcando sus cielos. – Los ojos rojos de la bestia de negro pelaje brillaban en la creciente oscuridad de aquel atardecer.
Una lágrima cayó de los ojos naranjas de la mujer quemando su piel hasta caer de su pómulo al suelo que no dejaba de mirar.
Fue entonces cuando la bestia lanzó su segunda tentativa.
– Quémame. Hazme arder y desata tu ira con cuanto conoces. Entonces podrás edificarte una realidad que no se destruya con la crueldad del mero azar.
Los segundos pasaron y Maisy, por toda reacción visible, clavó una firme pero serena mirada en los ojos de una bestia muy sorprendida.

– Volar por siempre jamás sería una experiencia majestuosa y cualquiera aceptaría, de no ser por el uso que le darías al fuego, siendo responsabilidad mía la destrucción de todo cuanto amo.
Tras sus palabras, una breve pausa bastó para que continuase con tono decidido.
– Desatar mi ira contigo, con todo cuanto odio, para una vez acabado el proceso construirme un mundo hecho a mi medida solo conduciría a mi incapacidad para enfrentarme a lo desconocido.

La bestia aulló cuando Maisy ya se encontraba lejos, enterrando a su amiga Leila.
Se había equivocado.
Entre el blanco y el negro que había contemplado, resultó existir un tercer grupo de personas entre las cuales Maisy se encontraba.
Ese grupo no intentaba acumular experiencias sin ton ni son o meramente tratar de controlar el paso del tiempo con entereza, sino que volaba a través de ambos grupos surcando lo mejor de cada uno de ellos.

Mientras, fracasado, se escondía en su guarida, recordó la mirada que Maisy le había clavado.
Mezclada con los cientos de miles de tonos grisáceos que esas personas podían adoptar, daba por resultado un color que ya nunca más olvidaría.

Maisy no necesitaba volar.
Maisy no necesitaba quemar.
Maisy ya volaba en vida, quemando únicamente las heridas para que cicatrizasen bien, luciendo por bandera una mirada que ya para siempre iría asociada a ella y sus semejantes.
Una mirada gris fuego.




8 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho y me ha sorprendido. No me esperaba este relato y me parece muy bueno. Y como dices no hay solo blanco y negro, si no que entre esos dos colores hay una infinidad de grises

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    1. Wow Gracias.
      Tanto Gärgólum me tenía cargado.
      Ahora de vez en cuando tocará algún que otro cuento ^^

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  2. Muy bueno. Tremenda la alegoría que se plantea y excelente la resolución. Saludos

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  3. Precioso el relato e ingenioso.Enhorabuena.

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  4. El cuento tiene su paradoja, siempre hay una forma de hacer las cosas distinta a las dos que siempre en la vida nos proponen, "esto es negro, o es blanco"...Sólo hay que saber encontrarla con las personas adecuadas. muy bueno, Victor

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    1. Gracias, me alegra de que el cuento te haya aportado algo.
      ¡Un saludo!

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