viernes, 13 de septiembre de 2013

Los peluches de Billy




Mirando por la ventana en esa tarde lluviosa, Billy estaba triste.
No había ido al colegio por encontrarse mal, y ahora descansaba en su cama junto a Matt y Penny, sus dos peluches gigantes, entre algunos otros.
Su hermana mayor no estaba en casa, de modo que estaba solo hasta el anochecer.
Quería jugar a algo, pero Matt no le dejaba. Estaba ahí, medio tirado en la cama, pero su mirada permanecía clavada en Billy de un modo firme y oscuro. Esa, sin duda, sería la noche de Matt.
Billy tenía nueve años, y nunca había confesado su pequeño secreto a nadie. Más por obligación que otra cosa, pues no quería que Matt se enfadase. Penny no se mostraba para nada reacia a que lo contase, pero pesaban más las amenazas del osito azul.
Billy se levantó de la cama y miró a la calle a través del mojado cristal de su ventana. Vio a Samantha volviendo a casa cogida de la mano de su madre. Ella llevaba unas botas de agua de color rosa y un paraguas a juego, mientras que su madre llevaba uno verde. Quiso saludar, pero se sentía pesado y arrepentido, con esa sensación que le producía la mirada de Matt cuando se posaba sobre él.
Agarró un par de soldados en miniatura y se sentó en el suelo para jugar un rato con ellos. Iba a estar tranquilo unas horas, así que debería aprovecharlo.


*


Peter estaba colgado por Shanon. Aún no había llegado a decírselo pero sus sentimientos eran increíblemente fuertes. Pasaba desde hacía un buen tiempo las noches pensando en ella, en cómo debía ser el calor de su compañía.
Ahora la tenía frente a sí, con su despampanante melena morena sujeta en una cola y su impresionante cuerpo sujetando la carpeta y algunos libros de la universidad. Era su oportunidad de lanzarse.
– Eh... Hola Shanon – Dijo maldiciendo su torpeza.
– Ah, ¡Hola Peter! – Respondió alegre Shanon. Eran compañeros de primero de grado, y se habían hecho buenos amigos en el mes que llevaban de clases. – ¿Qué te cuentas?
– Pues, me preguntaba si tú y yo... Esto... Si querrías ver una peli en el cine o algo así. – Peter se planteó ensayar de cara al próximo intento, si es que tenía lugar después del ridículo que estaba haciendo.
– Hoy no puedo, mi hermano está solo en casa y tengo que salir pitando hacia allí ya mismo. – Shanon recordó con un estremecimiento lo acontecido cuando dejó demasiado tiempo a solas a su hermano Billy. – Quizá otro día, ¿Te parece? – Añadió, sonriendo a Peter.
– Oh claro, ya tienes mi teléfono, cualquier cosa me dices algo. – Peter se quedó allí plantado como el rematado imbécil que había sido, con la mano levantada despidiéndose de Shanon, que ni siquiera volvió la vista atrás mientras se dirigía al autobús.


*


– Billy, ¡Ya estoy en casa!
Su hermana había llegado. Lo que en principio era una rápida pelea entre dos soldaditos se había transformado en una auténtica batalla con todo lo que había pillado por su habitación. El suelo estaba lleno de muñecos y objetos varios, sería mejor que saliese a recibir a Shanon antes de que viese lo desordenado que estaba todo. Al fin y al cabo, había dicho que se encontraba mal.
Salió disparado de su habitación y bajó las escaleras que conducían al recibidor, donde se abrazó a Shanon.
– ¿Que tal el día, grandullón? – Ella le llamaba así desde hacía un tiempo, a Billy no le disgustaba. ¿Cómo te encuentras? – Le preguntó.
Le explicó lo triste que se había sentido durante gran parte de la tarde, omitiendo que se había pasado sus buenas horas mirando fijamente a Matt, que había captado totalmente su atención.
– Pobrecito, ¡Mira lo que te he traído! – Le contestó Shanon mientras sacaba del bolsillo de su chaqueta un donut de chocolate de los que más le gustaban a Billy. Mientras éste levantaba los brazos bien contentó, ella prosiguió. – Pero para después de cenar eh, que si no, no comes nada. Ahora a darse un baño.
Mientras Shanon preparaba la bañera, Billy regresó a su cuarto. Nada más entrar se percató de que Penny estaba en el suelo, boca abajo, mientras que Matt se había dado la vuelta para mirarle desde un ángulo que hacía que pareciese enfadado. Muy enfadado, casi furioso.


*


Los padres de Shanon se habían ido como mínimo una semana por motivos de trabajo. Peter había estado pensando, y había decidido darle una sorpresa a Shanon justo esa misma noche. Se haría con palomitas y un par de películas y se plantaría directamente en su casa.
También le había escrito algo, pero no estaba seguro de si se atrevería finalmente a dárselo o se lo comería con patatas. Era un poema en el que trataba de expresar sus sentimientos de un modo adecuado. Tenía miedo de que le pareciese una tontería, ya que Peter podía ser muchas cosas, pero desde luego no un escritor. El caso es que iba a salir ya hacia allí. Primero cogió el móvil y llamó a Shanon para saber si estaba despierta en casa.
– ¿Sí? – Su voz era un como un riachuelo de paz y armonía. – ¿Peter?
– Sí, hola Shanon, quería saber si tienes los apuntes de la última clase que dimos ayer, yo no me aclaro con los míos.
– Claro, mañana te los paso cuando nos veamos. – Bien, estaba despierta y Peter no tardaría ni quince minutos en plantarse en su casa.
– E... Está bien, muchas gracias Shanon.
– Hasta ma... ¡Ah! ¡Dios mío! ¡Billy! – De pronto la voz de Shanon se rompió y gritando llamaba a su hermano.
– ¿Shanon? ¡¿Que ocurre?! – Ya no había respuesta, y el teléfono empezaba a emitir ruidos raros. ¡Shanon! – Peter cogió su abrigo y salió de casa de inmediato para ver que demonios estaba ocurriendo.


*


Billy había bajado rodando por las escaleras. Más bien, la pareja formada por el caballito de mar gigante y Billy. Iba sin camiseta y tenía el pecho ensangrentado por lo que parecía un arañazo.
– ¿Cómo está Penny? ¿Penny está bien? – No paraba de balbucear el hermano pequeño de Shanon mientras se abrazaba con fuerza al peluche.
– Billy, ¿Qué ha ocurrido? – Preguntó Shanon repetidas veces hasta que logró captar la atención de su hermano.
– No puedo decirlo. Me ha dicho que no puedo decir nada. – Shanon vio como la aterrorizada mirada de Billy se dirigía a la parte de arriba de la casa, a su habitación. Shanon dejó a su hermano momentáneamente en el sofá y se dirigió a la habitación de Billy a ver que había ocurrido.
– ¡No vayas Shanon, no vayas! – Gritaba tumbado.
Cuando Shanon entró en el cuarto de Billy lo vio todo tirado por el suelo. Lo único que parecía estar bien colocado era el oso de peluche azul, que reposaba en el cabezal de la cama en una postura que hacía que pareciese estar mirándola todo el rato. En una de sus patas, había algo rojo.
Se acercó para comprobar de qué se trataba, cuando de pronto sonó el timbre y, acto seguido, alguien aporreó la puerta.
– Shanon, ¿Estás ahí? ¿Que ocurre? – Era Peter.
Se dispuso a bajar para abrirle la puerta a su amigo, cuando de pronto...


*


El entierro de Shanon había concluido. Peter lloraba desconsoladamente. Cuando logró que la policía abriese la casa de su amada, se la encontraron desnucada en la base de las escaleras que daban al recibidor. Al parecer había caído desde la habitación de su hermano, al que encontraron en su cama, mirando fijamente a uno de sus peluches, como en estado de shock.
Ahora Peter miraba a Billy como buscando respuestas. Pero era un niño de nueve años al que seguramente se le había destrozado la vida, no había más.
Ni siquiera sabía donde había ido a parar el poema que llevaba en su bolsillo al llegar a la casa. Uno de los pocos recuerdos que podría conservar de todo aquello.
Los padres de Billy y Shanon partieron los últimos, en silencio, abrazando al pequeño.
Billy estaba contento.
Su madre había regresado. Cuando mamá estaba en casa, Penny volvía a respirar. Y eso mantenía a raya a Matt, que no podía moverse más que con su pérfida mirada.
De camino a casa, Billy recordaba lo que pasó cuando se disponía a darse su baño. Se quitó la camiseta en su habitación, totalmente pendiente de Matt, que le miraba susurrándole que se sentía solo, que necesitaba a alguien en su interior. Cuando Billy se negó y abrazó a Penny para llamar a su madre, un ruido imposible inundó la habitación. Manaba de los ojos huecos de Matt, y hacía que toda la habitación temblase, incrementando cada vez más el volumen hasta hacerse insoportable.
Cuando Billy quiso salir corriendo de la habitación, fue cuando sintió como Matt crecía y crecía, se hacía más real, hasta que una zarpa lo alcanzó.
Pero ahora ya estaba acabado.
Con mamá en casa Penny lo protegería, y ahora Matt encima ya no se sentiría tan solo.
Llegaron a casa y Billy fue directo a su habitación.
Dio un beso a Penny y miró a Matt, que continuaba teniendo algo de sangre en su pezuña derecha.
En el interior de sus ennegrecidos ojos, muy profundo, su hermana Shanon se retorcía de dolor atrapada entre las llamas de su infierno personal. Cerca de su potro de tortura una descomunal bestia reía a carcajadas, pues al fin había roto con su eterna soledad interior, mientras pronunciaba una y otra vez los mismos versos.


Shanon eres hermosa,
como la más bella rosa,
te quiero y te querré siempre,
como siempre seré tuyo.


– Billy, baja a cenar... – Le dijo cariñosamente su madre.
Billy se estremeció mientras sonreía hacia Penny.
Por poco le había tocado a él.

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